Hoy, más que nunca, cobra sentido el viejo refrán que decía «se coge antes a un mentiroso que a un cojo», cuando después de más de 48 horas negándolo, Irán ha reconocido el derribo del Boeing 737 de la aerolínea ucraniana UIA (Ukraine International Airlines), por uno de sus misiles tierra-aire.
Este reconocimiento internacional llega tras el aluvión de pruebas en contra de la postura oficial del Régimen, que a las pocas horas del siniestro ya intentaba explicarlo aludiendo a supuestos fallos mecánicos, negándose incluso a facilitar a los organismos internacionales, gobiernos implicados, y a la propia Boeing, las dos cajas negras recuperadas del lugar en el que se estrellaba el aparato.
Pero como ya dijimos el pasado Miércoles, las fake news están haciendo estragos con este asunto.
Mientras unos aprovecharon el impás de la duda para lanzar fuertes ataques contra Boeing, comparando los dos accidentes que habían sufrido modelos 737MAX con el siniestro de UIA, perjudicando todavía más (si es que eso cabe) la imagen del fabricante norteamericano, otros se ensañaban con los EEUU, o directamente con Irán.
Tras la escalada de declaraciones por ambos bandos, y después de sendos ataques a intereses mutuos, todo apuntaba a un conflicto bélico en la zona de gran magnitud, que podría acabar involucrando a muchos otros países.
Ahora, rizando de nuevo el rizo de lo que parecía imposible, Irán parece haber encajado en la opinión pública internacional la idea de un derribo «debido a un error humano», fruto de la «atmósfera de intimidación de Estados Unidos», calificando el hecho de «disparo injusto».
A continuación, os exponemos nuestra postura al respecto, que no es otra que argumentar el porqué hasta un niño con una mínima formación sobre este tipo de incidencias, podría distinguir perfectamente un avión comercial civil, de un misil de crucero, o un caza militar.
La explicación iraní
Después de que el director de la Agencia de Aviación Civil de Irán, Alí Abedzadé, afirmase que era «científicamente imposible» que un misil hubiese alcanzado al Boeing ucraniano, hoy mismo y desde instancias del propio gobierno de Hasán Rohaní, se ha facilitado una explicación a los hechos acontecidos el pasado Miércoles.
Según las autoridades iraníes, el Boeing 737 de UIA fue identificado por los radares de la defensa antiaérea como un posible objetivo enemigo, más concretamente como un misil de crucero que se dirigía a una «posición militar sensible».
Los operadores de las baterías anti aéreas pidieron confirmación al centro de mando, pero supuestamente esta comunicación no llegó a destino por un fallo técnico.
Según el relato iraní, tras unos 10 segundos sin recibir ningún tipo de respuesta, el operador de la batería decidió el lanzamiento de, al menos, un misil en contra del aviación civil.
Incongruencias
Esta explicación carece de cualquier tipo de lógica técnica, y parece más fruto de un supuesto arrepentimiento, o quizás temor a una respuesta internacional contundente contra Irán.
Para empezar, se indica que el misil fue disparado desde una plataforma, o sistema de misiles Tor M1, de fabricación rusa.
Este tipo de plataformas cuentan con hasta 8 misiles y dos radares, pudiendo identificar desde un solo objetivo en el aire, a múltiples, dependiendo de si se trata de un modelo antiguo o más avanzado.
Estas plataformas se disponen a lo largo del territorio a proteger, de manera estratégica y con el fin de dar la mayor cobertura posible, y se complementan con otro tipo de vehículos, unos destinados al transporte de los propios misiles entre plataformas, y otros a la coordinación de los mandos correspondientes.
El sistema detecta en su pantalla posibles elementos hostiles, y está especialmente diseñado para actuar en contra de objetivos muy rápidos y que pueden maniobrar de manera brusca.
En primer lugar, hay que volver a recordar que todos los aviones civiles, comerciales y privados, emiten una señal única e identificable por cualquier radar secundario, por lo que no es posible confundirlos con ningún otro objeto «extraño».
Los transpondedores que llevan instalados todas las aeronaves, responden al radar facilitando un código numérico de 4 dígitos, que permite además de conocer su posición, saber su rumbo, altura y velocidad.
Como es lógico, ningún avión hostil en misión de ataque, y mucho menos un dron, o un misil en las mismas circunstancias, va anunciando su posición de esta manera al enemigo, cuando precisamente su objetivo principal es la invisibilidad, esto es, no ser detectado y pasar inadvertido.
Además, en este tipo de circunstancias, y más cuando se está esperando recibir un ataque aéreo, se procede siempre al monitoreo de las frecuencias utilizadas por la aviación comercial, tanto de las torres de control, como de los controladores de aproximación y zona, precisamente con el fin de tener correctamente identificados al sinfín de aparatos que se muestran sobre la pantalla del radar.
Por otro lado, los aviones civiles no se mueven por el espacio aéreo a su libre albedrío.
Todos los aviones comerciales siguen los procedimientos establecidos y publicados de salida y entrada a cada aeropuerto.
En este caso, el avión de UIA seguía el SID (Standard Instrument Departure) que se le había asignado, manteniendo en todo momento los parámetros de altura y velocidad que se especifican en el mismo, y respetando las indicaciones que a mayores se pudiesen recibir desde la torre de control.
Esto quiere decir que un caza militar en misión de ataque, un dron, o un misil hostil, nunca van a seguir las mismas vías aéreas que utiliza la aviación comercial, por razones obvias que hasta un niño podría comprender.
Sigue el relato iraní indicando que el Boeing se acercaba a una instalación militar «sensible». Tenemos que tener en cuenta que el avión acababa de despegar pocos minutos antes del aeropuerto de Teherán, por lo que se encontraba en plena fase de ascenso, ganando principalmente altura cuanto antes, y por tanto su velocidad vertical era muy alta (VSI).
¿Qué tipo de avión hostil, dron, o misil balístico se acerca a un posible objetivo ganando altura?.
No sólo esto, la velocidad máxima de ascenso de un 737 no supera los 250 nudos, esto es, alrededor de 460 km/h, mientras que un caza militar se mueve normalmente, y más en misiones de ataque, en velocidades cercanas o muy superiores a la del sonido: Mach 1.
Un misil de crucero también puede mantener una media cercana a los 800 km/h, evidentemente muy superior a la velocidad de ascenso de un aparato comercial de grandes dimensiones.
Esto quiere decir que tenemos a un avión comercial perfectamente identificable, que supuestamente se acerca a instalaciones militares sensibles, siguiendo en todo momento el SID del aeropuerto, y a su velocidad de ascenso máximo, que para los responsables de las baterías antiaéreas iraníes, «podría tratarse de un misil de crucero».
No cabe en la cabeza de nadie, con un mínimo de conocimientos técnicos, que una persona con formación militar de este calibre, pueda malinterpretar la señal que deja en el radar un aviaón comercial, que se mueve siguiendo unos parámetros preestablecidos, maniobrando de manera muy lenta (en comparación con un caza militar o un misil), identificable desde cualquier radar secundario, y en fase de ascenso, que es exactamente todo lo contrario a lo que correspondería a un ataque aire-tierra, donde es necesario acercarse al objetivo, no alejarse de el.
La persona que disparó este misil, o la que lo autorizó, sabía perfectamente que estaba atacando un avión que no era hostil, pero por causas y razones que en este momento no nos es posible conocer, decidió hacerlo.
Hay que pensar que hablamos de tecnología militar muy avanzada, que no suele dejar mucho margen al error, salvo que ese error, como creemos que ocurrió en este caso, esté especialmente forzado y provocado.