El plan para acabar con Norwegian

Nunca antes en la historia de la aviación civil, se ha permitido triunfar en el mercado aéreo a una aerolínea que operase vuelos de larga distancia a precios lowcost.

A medida que iban naciendo y desarrollándose, todas y cada una de ellas eran torpedeadas por el resto de compañías, hasta conseguir su hundimiento definitivo.

El plan siempre ha sido el mismo, y siempre ha funcionado: consiste en dejar que operen durante unos años, ganando dinero y cuota de mercado. En el momento en el que se ven con cierto éxito, todas aspiran a ampliar rutas, itinerarios y flotas, y en ese preciso instante, su suerte ya está echada.

Historia de ¿fracasos?

Eso es lo que ocurrió en el año 1977 con Laker Airways, que volaba desde Londres a Nueva York por un tercio de lo que costaba el billete en el resto de aerolíneas.

Después de varios años cosechando un enorme éxito y aguantando las zancadillas constantes de la competencia, llegaba a tener una flota compuesta por 20 aviones, todos ellos llenos hasta la bandera.

Sin embargo, tras la unión del resto de compañías aéreas, dispuestas a acabar con el éxito de Laker, esta tenía que echar el cierre en el año 1982, llevando a juicio a gran parte de la competencia por supuestas actuaciones desleales dentro del mercado.

En 1983 era People Express Airlines la que lo intentaba de nuevo.

Después de dos años dedicada en exclusiva a realizar vuelos domésticos, se estrenaba en el mercado lowcost de largo radio con una ruta entre Newark (en Nueva York) y Gatwick (en Londres), con un muy notable éxito.

Fue también la pionera al implantar el sistema de cobro por equipaje facturado, lo que se aprovechó por la competencia para hacer un juego de palabras con su marca, haciendo popular entre los pasajeros el apelativo de «People Distress» (La angustia de la gente).

La aceptación del público fue tal que, en muy poco tiempo, alcanzaba con sus operaciones 41 ciudades, operadas con 72 aviones.

Cuando parecía que la cosa no podía ir mejor para People Express Airlines, en el año 1985 tenía que declararse en bancarrota.

De nuevo, en el año 2006 aparecía la asiática Oasis Hong Kong Airlines, volando por apenas 100 dólares entre el lejano Oriente y Europa.

Utilizando una flota compuesta por Boeing 747, operaba sus rutas entre ciudades como Londres, Washington, Chicago, o Vancouver.

En el año 2007 fue votada en los World Travel Awards como la mejor aerolínea del mundo, pero la maldición se repetía una vez más y tan solo un año después cerraba sus puertas con una deuda que alcanzaba los 128 millones de dólares.

Cogía el relevo la canadiense Zoom Airlines, que en el 2008 y tras un exitoso período de vuelos a bajo precio entre Toronto y diversas ciudades del Reino Unido, también acababa declarándose en bancarrota.

En el 2009 y tan solo después de 6 años de vida operativa, también tenía que cerrar Flyglobespan, que operaba vuelos entre Liverpool y Nueva York, Manchester y Cape Town, y de Doncaster (UK) a Hamilton (Canadá).

El caso más reciento lo hemos vivido hace muy pocos meses, con Primera Airlines.

Mientras se dedicó al corto y medio radio, entre los años 2003 y 2017, experimentó un sorprendente éxito, acompañado de un inesperado crecimiento.

Sin embargo, hace apenas un año, cuando decidía volar entre Standsted y Birmingham a Nueva York, Washington y Boston, curiosamente los problemas económicos afloraron repentinamente, e igual que en el caso de una enfermedad terminal, en el mes de Octubre se veía obligada a echar el cierre de la noche a la mañana.

En grave peligro

Lamentablemente, no es sólo Norwegian la que se encuentra ahora mismo entre la espada y la pared.

La islandesa WOW, que también sorprendió en su momento convirtiendo a un país tan pequeño como Islandia en el punto de salida en Europa hacia los EEUU, a unos precios pocas veces vistos, está pendiente de que sus negociaciones con Indigo Partnes fructifiquen. En caso contrario, no podría sostenerse por más tiempo en el mercado.

Y todo esto ha ocurrido en un espacio de tiempo de apenas 3 años, desde que comenzaba a volar entre Islandia y los EEUU, centrándose principalmente en el mercado inglés.

En tan corto período de tiempo, ha llegado a operar rutas hasta 15 ciudades estadounidenses, y a otras 2 en Canadá, siendo la primera lowcost europea en aterrizar en la India, este mismo mes.

Pero todo esto no le ha servido absolutamente para nada. Desde hace meses está centrada en el cierre de las rutas menos lucrativas, lo que significa el despido de 111 trabajadores y la venta de 9 de sus 20 aviones.

Durante este próximo Invierno dejará de operar un buen número de vuelos, y sólo el tiempo dirá si volverán a retomarse con la llegada de la Primavera.

¿Y qué pasa con Norwegian?

La compañía noruega llegó como la mayor revolución de la industria aérea en muchos años.

Ofertando un producto de calidad, muy superior a la media del de sus competidoras, y con precios muy por debajo de sus tarifas, desde el 2013 lleva operando vuelos intercontinentales, que hoy llegan hasta 15 ciudades estadounidenses, dos tailandesas, así como a Dubái, Singapur, Montreal y Buenos Aires.

En Marzo está previsto el desembarco en Rio de Janeiro y muy pronto también en la ciudad canadiense de Hamilton.

Sin embargo, en apenas un año, ha tenido que deshacerse de las rutas a Puerto Rico, Saint Croix, Baltimore y Hartford, además de congelar las Londres Singapur, Edimburgo Nueva York y Belfast Nueva York.

En el 2016 declaraba pérdidas por importe de 234 millones de dólares, y en el 2017 llegaba hasta la muy preocupante cifra de los 456 millones de dólares de déficit.

Sorpresivamente, este año por fin declaraba un beneficio de 156 millones en el tercer trimestre, lo que ha apurado los planes de sus competidoras para acabar con ella lo antes posible.

Norwegian tiene en frente a 3 poderosos rivales, que además son enemigos: Lufthansa, el grupo IAG (British e Iberia) y Air France-KLM.

Lufthansa mantiene desde hace muchos años a una filial lowcost que realiza vuelos trasatlánticos, como EuroWings, que a pesar de no estar pasando por su mejor momento, sigue manteniendo niveles de ocupación muy importantes.

Sin embargo IAG y Air France necesitaban crear algo del estilo EuroWings para poder dar la réplica a Norwegian, inventándose de la noche a la mañana las dos nuevas marcas Level y Joon, respectivamente.

El truco, por llamarlo de alguna manera, consiste en hacer lo mismo que pretendió hacer en su momento Norwegian: colocar sus aparatos en las rutas que opera la noruega, obligándola a bajar sus tarifas hasta límites insostenibles.

Mientras IAG y Air France, de momento, todavía pueden permitirse el lujo de perder algo de dinero, Norwegian no. Cada día que pasa sin obtener un margen de beneficio aceptable, es una palada más de tierra que cae sobre su tumba.

Una vez que la lowcost noruega no puede seguir el juego de las tarifas, se ve obligada a cerrar la ruta y buscar nuevos itinerarios, volviendo en ese momento sus competidoras a subir los precios.

De hecho, Iberia ya ha decidido ir directamente al corazón de Norwegian, anunciando dos nuevas rutas a Oslo y Bergen. Ahora mismo el rival está casi noqueado, por lo que es el momento de ir a buscar el KO definitivo, antes de que pueda volver a coger fuerzas.

Por el otro lado, Air France se ha cansado un poco del juego. La compañía francesa, muy afectada por la interminable serie de huelgas vividas durante este año y que también llegaron a ponerla en la cuerda floja, con la llegada de su nueva CEO, Anne Rigail, se está incluso planteando la retirada del mercado de la jovencísima Joon, apenas un año después de su estreno.

Air France parece que se ha decantado por preocuparse por sus propios problemas y por mejorar la calidad de su servicio, en vez de por zancadillear a la competencia para hacerse con sus pasajeros.

Un negro futuro

La cuestión es que, a principios de año Norwegian tendrá que responder ante muchos de sus acreedores, y todavía no ha vendido los aviones suficientes para conseguir el efectivo que le permita hacer tal cosa.

Norwegian necesita deshacerse de más aparatos, para luego realquilarlos a las aerolíneas que los compren y, de hecho, hay muchas que estarían interesadas en este negocio, pero eso conllevaría lanzarle un chaleco salvavidas a la lowcost noruega.

Igual que en el reciente caso de Air Berlin, también había muchas compañías interesadas en invertir en una de las aerolíneas más importantes de Europa, pero eso hubiese significado su continuidad, cosa que no interesaba a la mayoría, por la competencia que eso suponía.

Por esta razón, se esperó pacientemente hasta que llegó a desangrarse económicamente, para luego repartirse los restos entre las interesadas.

Y eso es lo que está pasando actualmente con Norwegian. Podría fácilmente conseguir el dinero que necesita para seguir operando con tranquilidad, pero parece que el mercado se ha confabulado para negarle esa opción y dejarla caer.

Ni siquiera las buenas noticias relativas al dinero ganado durante este ejercicio han animado demasiado a los inversores, que igual que ha hecho IAG, llevan dando pequeños bocados a su víctima desde hace tiempo, esperando el momento del ataque final, el cual parece estar mucho más cerca.

Lamentablemente, en esta sociedad se paga muy caro el tener ideas, y hoy en día se premia la mediocridad por encima de cualquier otra cosa.

Si desaparece Norwegian, un hecho nada descartable, de nuevo el mercado quedará en manos de las mediocres, y la aerolínea noruega pasará a engrosar la lista de aquellas que intentaron dar un servicio de calidad por muy poco dinero en las rutas de largo recorrido.

El error de la noruega ha sido repetir exactamente los mismos errores de todas sus antecesoras y haberse apresurado a lanzar un plan de desarrollo muy poco medido y demasiado por encima de sus posibilidades.

Los tiburones ya han olido la sangre y ahora es sólo cuestión de tiempo.

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