Tal y como adelantamos en Turama, y salvo que la línea de investigación que se está llevando sobre los hechos ocurridos el pasado 5 de Mayo dé un giro radical, todo apunta a un flagrante error humano como causa principal del desastre.
A la vista de los nuevos testimonios e imágenes que se han aportado como pruebas, se puede confirmar que el avión Sukhoi Superjet 100-95, matrícula RA-89098 y perteneciente a la flota de la compañía aérea Aeroflot, tomó tierra a excesiva velocidad y de manera incontrolada, golpeando y rebotando hasta en 3 ocasiones contra la pista.
Es en este tercer impacto, cuando el tren principal cede y la cola del aparato se desploma, provocando la rotura de los depósitos de combustible que se encuentran en las alas y presumiblemente causando un incendio al entrar en contacto con las chispas que se formaron a consecuencia de la fricción contra el asfalto.
De hecho, los investigadores han mostrado su sorpresa al comunicar que sólo gracias a que el tren delantero resistió los 3 impactos, no hubo que lamentar un agravamiento de las consecuencias e incremento en el número de víctimas mortales.
Falta de preparación
A pesar de que en este momento todavía no se ha abandonado definitivamente ninguna hipótesis, poco a poco se han ido filtrando noticias en relación con el desarrollo de la investigación que están llevando a cabo las autoridades rusas, las cuales han puesto en el punto de mira a ambos pilotos.
Por lo que se sabe hasta ahora, parece que el aparato pudo haber perdido las comunicaciones, por un fallo eléctrico o tras el impacto de un rayo, razón por la cual se decidió volver al aeropuerto de origen.
Hasta aquí, parece que todas las partes implicadas están de acuerdo en que la decisión tomada para retornar cuanto antes, fue la apropiada para este tipo de incidencias.
Sin embargo, la maniobra de aterrizaje que se llevó a cabo por parte de la tripulación, está siendo muy duramente criticada desde diversos estamentos.
El diario ruso Kommersant publicaba hace muy pocas horas que el comandante Evdokimov, a pesar de contar con experiencia suficiente para poder volar el modelo Superjet 100-95, nunca lo había hecho en «modo directo», es decir, sin la asistencia de los equipos electrónicos y mecánicos de ayuda.
Esto implica que a la hora de preparar una maniobra tan crucial como la de aterrizaje, sea necesario manejar al mismo tiempo y de manera óptima, tanto los controles del avión, como los correspondientes a los motores.
El comandante del avión siniestrado se apresuró para contestar a los medios, indicando que todo lo que se había hecho, se hizo siguiendo la operativa correcta indicada en los manuales de procedimiento. Sin embargo, el copiloto Maxm Kuznetsov, no ha querido hacer ningún tipo de declaración al respecto.
Las evidencias
Tal y como indicamos desde Turama el día siguiente a la tragedia ocurrida en Rusia, a la vista de las imágenes resulta evidente que el aparato siniestrado realizaba la maniobra de aterrizaje a una velocidad muy superior a la que correspondería.
Además, hay que tener en cuenta que no se procedió en ningún momento a deshacerse de combustible antes de regresar al aeropuerto, por lo que muy pocos minutos después del despegue, los tanques del avión tendrían que estar prácticamente llenos, lo que supondría un aumento muy notable del peso total de la aeronave, factor clave a tener en cuenta antes de tomar tierra.
Por otro lado, después del primer impacto contra la pista, da la impresión de que se podría haber intentado una maniobra de «go around», o «motor y al aire», que habría resultado fallida.
El aparato aguanta en perfectas condiciones los dos primeros golpes contra el asfalto, no así el tercero, que destroza el tren principal y provoca el desplome del avión y su arrastre por la pista.
Según las declaraciones realizadas por el anterior responsable de diseño de la empresa rusa Shukoi, Vadim Lukashevich, constructora del modelo siniestrado, «La decisión de retornar el avión fue adecuada, pero los pilotos tienen también que recordar que son eso, pilotos, y deben poder volar el avión de la misma manera que se lleva haciendo desde hace más de 40 años, sin piloto automático».
Lukashevich también añadió: «Fue una enorme suerte que el tren delantero no se rompió también, porque si eso hubiese ocurrido, las consecuencias podrían haber sido incluso mucho peores».
Otra de las actuaciones que más duramente se critica, fue la rápida huida de ambos pilotos del avión en llamas, sin cerrar el suministro de aire, o apagar los motores, lo que podría haber contribuido a avivar las llamas.
Posible imputación
Igualmente, también comentamos en su momento la bochornosa y muy preocupante reacción de algunos de los pasajeros dentro del avión accidentado, los cuales podrían haber obstaculizado de manera evidente la maniobra de evacuación, al realizar la misma con su equipaje de mano, algo que está total y absolutamente prohibido.
Hechos similares se llevan repitiendo desde hace muchos años, sin que hasta el momento las compañías aéreas se hayan pronunciado al respecto, a pesar del evidente peligro que esto supone para todos los pasajeros de un avión.
Mientras todos los profesionales del sector, y un porcentaje muy importante de usuarios, estarían de acuerdo en eliminar por completo el equipaje de mano de todos los vuelos, las aerolíneas mantienen un silencio absoluto sobre este asunto.
En lo que se refiere al accidente en cuestión, se ha podido identificar a uno de los pasajeros que supuestamente habría ralentizado y obstaculizado notablemente la maniobra de evacuación, al recoger sus pertenencias personales antes de salir al exterior.
Varios miembros de la tripulación, y otros pasajeros, han señalado a esta persona como una de las principales causantes del «tapón» que se formó en la parte delantera del aparato, ya que el tobogán trasero no pudo ser activado al estar el avión en llamas en esa zona.
Las autoridades rusas están estudiando posibles acciones penales contra este pasajero, que de prosperar en un juicio, podrían llevarlo a la cárcel.
Desde Turama queremos, una vez más, reseñar la contundencia con la que se actuó en otro tipo de casos cuando dentro del sector aéreo se sospechó sobre algún tipo de riesgo en la cabina de un avión, como por ejemplo con la prohibición de los aparatos que porten baterías de litio.
A pesar de que, como decimos, desde hace mucho tiempo se ha venido observando que el comportamiento de los pasajeros en situaciones extremas, como la vivida en Rusia, deja mucho que desear, parece que para las compañías aéreas resulta especialmente difícil renunciar a una de sus mayores fuentes de ingresos: la facturación de maletas.