Todos queremos volver a viajar cuanto antes, algunos porque es la mejor manera que tienen de disfrutar de su tiempo, y otros no sólo por eso, sino porque además es nuestro medio de vida.
Sin embargo, podría parecer aquello de que el fin justifica los medios, y para conseguir recobrar la confianza de la población a la hora de meterse dentro de la cabina de un avión, se están propagando verdaderas riadas de fake news.
Una de la últimas y que más nos ha impactado, ha sido publicada por distintas aerolíneas, tanto nacionales como extranjeras, comparando la seguridad del aire y el ambiente del interior de una aeronave al de un área quirúrgica de cualquier hospital.
Suponemos que para cualquier neófito en la materia esta afirmación no cause mayor extrañeza, para para aquellos que dispongan de unos mínimos conocimientos sobre el sector aéreo, es una barbaridad de semejante calibre que su difusión debería de tener consecuencias legales.
Ni el más remoto parecido
Para empezar, el área quirúrgica de cualquier hospital es un recinto cerrado, al que sólo acceden una media de aproximadamente 10 personas por intervención, delimitada a su vez en 3 zonas con distintas restricciones.
Antes de entrar, es obligatorio el uso de prendas esterilizadas, que cubren desde los pies, hasta la cabeza.
Las ubicaciones destinadas a albergar los quirófanos de un hospital no se ventilan abriendo ventanas, sino que tienen que ser sometidas a complicados procesos de limpieza y desinfección después de cada uso.
La cabina de un avión permanece abierta al exterior durante los procesos de embarque y desembarque de pasajeros, y alberga una media de 150/200 usuarios que en apenas 15 minutos ocupan su interior.
Nada de lo que entra en ella está desinfectado, ni los zapatos de los pasajeros, ni sus prendas de vestir, ni el equipaje de mano que llevan consigo.
Durante el vuelo, todas estas personas conviven varias horas en un mínimo espacio vital, comiendo, bebiendo y haciendo sus necesidades fisiológicas en los baños.
Sólo con esto podemos concluir que, efectivamente, el ambiente del interior de la cabina de un avión es similar al de un área quirúrgica…de un hospital de la Edad Media.
¿Cómo se ventila un avión?
Cada modelo de aeronave dispone de un sistema específico, pero aquí vamos a hacer referencia a unos parámetros básicos que suelen cumplir la gran mayoría de aparatos.
Los sistemas de aire acondicionado de los aviones tienen que responder a dos necesidades fundamentales: por un lado, es necesario introducir oxígeno dentro de la cabina para que los pasajeros puedan respirar, pero este tiene que estar a la temperatura correcta y respetando la presión del interior.
Parte del aire que está dentro de la cabina se recoge desde el exterior, mientras que el resto es recirculado y reciclado desde el interior.
La temperatura de la atmósfera a alturas superiores a los 10.000 metros puede alcanzar valores por debajo de los -50 grados centígrados, no siendo apta para los pulmones del ser humano.
Por esta razón, el aire se hace pasar por los motores, que operan a temperaturas muy elevadas, y desde estos se lleva a una FCV (Válvula de Control de Flujo), la cual regula la cantidad que es necesario hacer llegar hasta los packs de acondicionamiento, que suelen ser dos.
Dentro de cada pack se encuentra un ACSC (Sistema de Control del Aire Acondicionado), que dependiendo de la demanda que se requiera en cada momento, adaptará la posición de la válvula FCV.
Los ACSC se encargan de que el aire que entra en la cabina lo haga a la temperatura deseada.
Tras su paso por los packs ACSC, el aire entra en una unidad mezcladora, donde se combina con el que ha estado circulando dentro de la cabina.
Este aire se hace pasar por los famosos filtros de tipo HEPA, sobre los que se ha estado hablando mucho durante las últimas semanas, los cuales se encargan de eliminar posibles bacterias, hongos y virus.
Por su parte, la presurización es un sistema automatizado gracias al cual las tripulaciones sólo tienen que indicar la altura requerida y el ratio de ascenso, con el fin de minimizar las posibles molestias que se puedan causar a los pasajeros por los cambios de presión.
De esta labor se encarga la Outflow Valve, o válvula de salida, que regulará la cantidad de aire que tiene que entrar y salir de la cabina para que se mantenga el nivel de presurización en su interior.
Esta válvula está controlada por un CPC (Controlador de Presión de Cabina), que activa el motor eléctrico de la misma para optimizar todo el proceso.
Las lagunas
Durante las dos últimas semanas, desde diversos medios informativos han estado lloviendo cientos de titulares, los cuales hacen alusión a la seguridad de la atmósfera del interior de las cabinas de los aviones, gracias al filtrado del aire y a que este permanece en constante movimiento, renovándose aproximadamente cada 3 minutos.
nota: en un período de 3 minutos, un adulto medio ha respirado y expirado un mínimo de 40 veces.
Estos artículos comparan la eficacia de los filtros HEPA de los aviones, con la de las áreas quirúrgicas de los hospitales, que como vimos anteriormente son dos entornos que de ninguna manera pueden ser asimilados, dadas las características particulares de cada uno.
Pero además se están olvidando de mencionar importantes lagunas del proceso, que cuestionan las posibilidades de contagiarse viajando en avión durante una pandemia como la que estamos sufriendo.
Como decíamos antes, el avión permanece abierto y en contacto con la atmósfera exterior durante el proceso de embarque, y los packs de aire acondicionado no se suelen poner en funcionamiento hasta pasado un tiempo después del despegue.
La razón para ello es precisamente el ahorro de combustible, ya que el motor consume más cuanto más aire tenga que introducir en la cabina.
De esta manera, tenemos a grupos de pasajeros que han estado juntos en la sala de embarque, han hecho cola para acceder al interior del avión, y han permanecido a escasos centímetros mientras se ubicaban dentro de la cabina, esperando varios minutos hasta que el sistema de aire acondicionado se ponga en marcha.
Por otro lado, el interior del avión no se desinfecta tras cada vuelo, sino al terminar el día y regresar a base, en un proceso que evidentemente no tiene nada que ver con el que se lleva a cabo dentro de un área quirúrgica, el cual realiza al finalizar cada intervención.
Además, el flujo de aire y su renovación dentro de la cabina está optimizado para conseguir el máximo ahorro de combustible, pudiendo optar la tripulación por escoger su nivel más bajo (80%), el medio (100%), o cuando las condiciones lo requieren, el más alto (120%).
Antecedentes
Otra de las graves falsedades que se han publicado estos días, hace alusión a las bajas posibilidades que hay de contagiarse a bordo de un avión, sobre todo en rutas de menos de 8 horas de duración.
Recordemos que la propia OMS ha estudiado diversos casos en este sentido, y el más grave de ellos corresponde al vuelo 112 de Air China sobre el que hablamos esta semana: Vuelo 112 de Air China: cómo se diseminó una epidemia por Asia a bordo de un avión.
20 personas resultaron infectadas a bordo del aparato con el virus que provocaba el SARS, siendo considerado este vuelo como la razón principal de que la enfermedad se diseminase en Mongolia y el sur de Tailandia.
No sólo esto, sino que parece que tampoco se está valorando la posibilidad de transportar a pasajeros infectados, que puede que no contagien a sus compañeros de vuelo, pero son susceptibles de causar un gran impacto sobre la población a la que llegan.
De hecho, el paciente cero de Covid-19 identificado en Vietnam, es un turista norteamericano que voló desde Hong Kong hasta Hanói.
Desde Boeing se han iniciado también diversos estudios para establecer la mejor manera de minimizar el riesgo de contagios a bordo de un avión, a través de un programa que investiga la repercusión que puede tener un enfermo sobre el resto de tripulantes, dependiendo de la butaca que ocupe en la cabina y el modelo de avión.
Cuando el propio constructor de aeronaves, que está pasando por el peor momento económico de su historia, dedica una importante suma de dinero a este proyecto, se puede entender que el grado de preocupación que existe sobre este asunto es muy elevado.
Por último, cabe recordar también que incluso dentro de áreas quirúrgicas de hospitales muy importantes, se llegan a declarar contagios con distintos tipos de virus y bacterias, a pesar de las enormes medidas de precaución que se toman.
Por estas razones, creemos que en este caso no deben primar aspectos económicos sobre aspectos sanitarios, y antes de volver a relanzar el sector aéreo, el cual esperamos todos que comience a funcionar cuanto antes, es necesario establecer protocolos de seguridad internacionales de obligado cumplimiento, destinados a reducir al máximo la posibilidad de contagios a bordo de un avión.
Imágenes como las que hemos visto estos días de cabinas llenas de pasajeros que no guardan la más mínima distancia de seguridad, son una bomba de relojería que nos puede explotar en la cara durante los próximos meses.