Tal y como comentamos en posts anteriores, una cosa es predicar y otra dar trigo. La situación del sector aéreo internacional ha pasado de preocupante a crítica, y las compañías en este momento sólo están centradas en intentar sobrevivir como sea.
A finales del 2019 el grupo IAG llegaba a un acuerdo para adquirir Air Europa, la aerolínea española que no sólo era una de las mayores competencias de Iberia en las rutas domésticas, sino principalmente en los trayectos de largo alcance con destino en América.
La operación se había cerrado por un total de 1.000 millones de euros, una cifra que incluso vista desde la perspectiva del sector en aquel momento era sorprendentemente baja.
Es evidente que el panorama económico internacional ha cambiado totalmente desde entonces, y las posibilidades de mantener las condiciones del acuerdo firmado son prácticamente nulas a día de hoy.
IAG es el grupo que engloba a las aerolíneas British Airways, Iberia, Vueling y la irlandesa Aer Lingus.
Iberia iba a ser la principal beneficiaria de la operación de compra de Air Europa, la cual finalmente había quedado pendiente de la correspondiente autorización por parte de los organismos reguladores de la competencia.
Con el fin de minimizar las presuntas alegaciones de monopolio que podrían poner en riesgo la aprobación de la compra, Iberia se había comprometido a ceder ciertas rutas a Volotea, otra compañía aérea española que comenzaba a destacar en el 2019 y en estos momentos también atraviesa una situación complicada.
Sin embargo, el grupo IAG está siendo fuertemente atacado en el Reino Unido, donde se critica con especial vehemencia las medidas laborales propuestas para British Airways, que consistirían en despedir a toda la plantilla para posteriormente recontratar sólo a algunos trabajadores en condiciones muy inferiores a las que tenían antes de la crisis.
La situación de British Airways ha llegado a tal extremo que se ha convertido en un problema de Estado en el que ya se ha involucrado de manera directa a toda la sociedad británica, la cual ve en su aerolínea bandera un icono nacional al que es necesario proteger.
La urgencia por conseguir efectivo y recortar gastos es tal que ha obligado a British Airways a sacar a subasta todas las piezas de arte que mantenía en propiedad, y que exponía de manera regular en diversos aeropuertos.
Por esta razón, el sindicato británico Unite, que cuenta con más de un millón de afiliados, ha presentado ante la oficina del Comisariado de la Competencia de la Unión Europea un escrito para que se cancela la operación de compra de Air Europa.
Unite alega que no se puede despedir a miles de trabajadores, empeorar sus condiciones laborales, deshacerse de toda clase de activos, y al mismo tiempo gastar 1.000 millones de euros en comprar otra aerolínea.
La comparación que se hace es como si una familia es incapaz de pagar su hipoteca y las facturas de servicios, pero sí puede permitirse un coche nuevo.
Desde IAG se ha afirmado que la adquisición de Air Europa no guarda ninguna relación con la situación de British Airways, y que por ello se trata de dos asuntos distintos que no pueden ser entremezclados.
Sin embargo, esta contundente afirmación está siendo estudiada ahora mismo dentro del ámbito legal, ya que existen muy serias dudas al respecto.
Por su parte, Iberia también ha anunciado recortes de personal, entre otra serie de medidas que completarían un plan estratégico para minimizar los efectos de la crisis.
El hecho de deshacerse de trabajadores y aviones por un lado, y por el otro asumir la flota de Air Europa y sus empleados, o al menos a una parte de ellos, también es muy chocante por parte de Iberia, lo que podría llegar a meterla en un lío bastante similar al que está viviendo en estos momentos British Airways.
El propio Juan José Hidalgo, fundador del grupo Globalia y propietario de Air Europa, decidía regresar de su retiro en la República Dominicana para intentar solucionar este problema.
Es más que evidente que Globalia ya no puede ni quiere mantener a Air Europa, y por esta razón estarían dispuestos a rebajar muy sustancialmente los términos de compra acordados el año pasado.
Sin embargo y ante la enorme incertidumbre que se le presenta por delante al sector aéreo comercial, es realmente difícil creer que la operación se pueda llegar a formalizar.
Si IAG invierte en comprar Air Europa, se pondría en contra a la opinión pública inglesa, que actualmente ya mantiene una importante campaña para apoyar a los trabajadores de British Airways, un factor esencial y determinante en el Reino Unido.
Si Iberia se hace con la flota y parte de la plantilla de Air Europa, tiene muy complicado justificar el despido de trabajadores propios.
También habría que preguntarse qué podría ocurrir si toda la argumentación legal sobre competencia se basase en el reparto de rutas de Iberia con Volotea, pero esta última no se encontrase actualmente en condiciones de asumir las mismas.
¿Y quién asume en el medio de una crisis global tan acuciante la responsabilidad y consecuencias de esta operación?.