La medida se ha implementado en la ruta que une Bangkok con Tokio.
JAL argumenta que se trata de reducir los desperdicios y los costes operativos.
La nueva y polémica medida adoptada por la aerolínea JAL, consiste en recompensar a los pasajeros que decidan no hacer uso de los servicios de catering a bordo del avión.
De esta manera, el pasajero debe de comunicar a la compañía su deseo de no comer durante el vuelo, con una antelación mínima al despegue de 25 horas.
Como forma de agradecimiento y compensación, JAL entregará un kit de amenities cuyo contenido variará dependiendo de la clase en cabina que ocupe el cliente.
Es obvio que el coste de cualquiera de estos kits es muy inferior al precio de la comida, lo cual equivale a un importante ahorro económico para la compañía.
Pero por otro lado, existen importantes razones de peso que dan validez a la argumentación de JAL.
El vuelo JL34 que une Bangkok con el aeropuerto de Tokyo Haneda, despega a las 22:05, aterrizando en la capital nipona a las 05:40 de la madrugada.
A esa hora, la gran mayoría de los pasajeros ya han cenado, y muchos aprovecharán para dormir durante el trayecto.
Sin embargo, la aerolínea está obligada a cargar raciones suficientes de comida para todos los ocupantes de la cabina, las cuales no son reutilizables y es necesario tirar en el caso de no ser consumidas.
Gracias a la aplicación de este nuevo sistema, JAL conocerá con suficiente tiempo de antelación el número de clientes que van a comer a bordo, así como aquellos que han decidido renunciar al servicio de catering.
Esta valiosa información le servirá para cargar única y exclusivamente el número de raciones que van a ser solicitadas, evitando con ello el más que evidente desperdicio y una innecesaria acumulación de residuos orgánicos.
La aerolínea ha bautizado esta medida como «Ethical Choice Meal Skip Option» (Opción Etica de Omisión de Comidas), en concordancia con diversas iniciativas similares aplicadas por algunos establecimientos hoteleros.
Si bien creemos que se trata de una excelente medida, que además debería de ser copiada por el resto del sector, también entendemos las críticas de aquellos que se quejan al tener que tomar esta decisión con una antelación mínima de 25 horas.
Ante esto debemos recordar que la planificación de un vuelo no es algo que se haga en cuestión de minutos, y tanto la tripulación asignada a operarlo, como los servicios que se van a ofertar a bordo, tienen que estar preparados mucho tiempo antes de la hora señalada para el despegue.
En las redes sociales también se ha dicho que en ocasiones uno no tiene previsto comer durante el vuelo, pero en el momento en el que se le pone la bandeja delante del asiento, cambia de opinión.
Dicho de otro modo, el comer como método de entretenimiento durante un trayecto es algo inherente tanto a la aviación comercial, como a muchos otros medios de transporte.
Según datos facilitadas desde IATA, cada año se generan más de 6 millones de toneladas de residuos a bordo de los aviones, calculando una media de 1.43 kg de desechos por pasajero y vuelo.
Esta cifra puede aumentar muy considerablemente en las rutas de mayor duración.
Por estos motivos, la aviación no debería de centrarse exclusivamente en el desarrollo de combustibles menos perjudiciales para la atmósfera, sino también en la optimización de recursos que permita minimizar el daño global que se está haciendo al planeta.
De momento, JAL mantendrá esta iniciativa sólo en su vuelo JL34, pero si durante el periodo asignado de pruebas obtiene el éxito deseado, lo más seguro es que se extienda a más rutas.