Las aerolíneas nos lo deben

Ed Bastian es el máximo responsable desde el año 2016 de Delta Air Lines, una de las compañías más respetadas e influyentes del sector aéreo.

Hace apenas unos días, durante el cierre de la conferencia MRO Americas, celebrada en Atlanta, confirmaba que la demanda de billetes para viajar nunca había sido tan alta.

Bastian aseguró que su aerolínea calcula para este ejercicio un incremento de los beneficios en un porcentaje aproximado del 12%, con respecto a los resultados obtenidos durante el 2019, justo antes del estallido de la pandemia, cuando también se habían batido todos los récords de ventas.

En general, y aunque no en la misma proporción, esta es la posición actual de una buena parte de todas las compañías aéreas que operan actualmente, y que esperan un aumento muy significativo de sus resultados durante este 2023.

Sin embargo, esta situación de bonanza económica contrasta con lo vivido hace unos 24 meses, cuando el mundo se veía obligado a cerrar sus puertas para evitar la propagación de un virus microscópico.

Cientos de miles de aeronaves se quedaron aparcadas en tierra, millones de empleados fueron despedidos o tuvieron que regresar temporalmente a sus casas, y la industria llegó a tocar fondo dentro de un contexto inédito hasta la fecha.

diversas aeronaves aparcados durante el covid

Una aerolínea que no puede volar vale tanto como un congelador en la Antártida, y por primera vez en muchos años su continuidad llegó a ponerse en entredicho.

Cuando todo parecía perdido, los gobiernos de los principales países recordaron que el aéreo es un sector estratégico, y como tal debe proporcionársele una atención especial.

En cuestión de muy pocos meses comenzaron a aprobarse planes de apoyo para sustentar a las compañías aéreas, implementados a base de subvenciones y créditos millonarios.

Pero todo ese dinero no salió precisamente de la nada. El aéreo no fue ni muchísimo menos el único sector afectado por la pandemia, y prácticamente toda actividad comercial sufrió daños graves o muy graves durante los peores años del Covid.

Sin embargo, ni todas las empresas, ni todas las pymes, ni todos los autónomos recibieron ni el mismo tipo de ayudas, ni en las mismas cantidades, ni siquiera en la misma proporción.

Esos miles de millones de euros que se destinaron a la supervivencia del sector aéreo, se sacaron del bolsillo de todos los ciudadanos, muchos de los cuales no tuvieron la misma suerte de ser rescatados in extremis de un cierre casi asegurado.

No sólo esto, las condiciones de devolución de estas mal llamadas ayudas, que en algunos casos se convertirán si o si en subvenciones a fondo perdido, tampoco fueron las mismas que se ofrecieron a otro tipo de empresas.

Aún hoy en día, muchos de estos créditos son realmente difíciles de explicar y justificar, y sus fechas de devolución tan sumamente flexibles, que apuntan a convertirse en otro más de esos rescates que «no van a afectar de ninguna manera al bolsillo de los ciudadanos», pero acaban perpetuándose para siempre en las hojas de balance anuales.

El pasado verano, cuando la situación sanitaria ya había mejorado notablemente, los sectores aéreo y turístico nos frotamos de nuevo las manos, dando por hecho la recuperación definitiva de la normalidad.

Lamentablemente, al final tuvimos que comprobar que una buena parte de las compañías aéreas a nivel mundial, no estaban ni de lejos preparadas para volver a asumir el mismo nivel de operaciones que mantenían antes de la pandemia.

El resultado fueron miles de vuelos cancelados, millones de pasajeros desesperados, aeropuertos en situación caótica y abarrotados hasta la bandera, toneladas de equipaje amontonadas por los suelos, y principalmente grandes dosis de frustración.

maletas apiladas en aeropuerto de heathrow

Esta nueva temporada de Verano que tenemos por delante, parece que va a superar con creces el volumen de pasajeros del pasado año.

Mientras todavía estamos en plena Primavera, los grandes mayoristas y touroperadores comienzan, una vez más, a sembrar dudas en relación con la planificación realizada por algunas compañías aéreas de cara a los meses estivales.

Los responsables de los principales hubs europeos y norteamericanos, ya han advertido en reiteradas ocasiones de la imperiosa necesidad de reducir el número de operaciones de cara al Verano, con el fin de evitar que ocurra exactamente lo mismo que sucedió el año pasado.

Y en esta ocasión, no es posible excusarse con aquello de «quién se lo podría haber imaginado…».

Conocemos con bastante tiempo de antelación el número de pasajeros que van a pasar por los principales aeródromos durante los próximos meses, y tenemos la experiencia reciente de lo vivido en 2022, por lo que sería total y absolutamente imperdonable otra debacle de similares características.

Las aerolíneas nos deben una, y muy grande, a todos.

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