Nada de lo que está sucediendo en la actualidad en el sector aéreo debería de sorprendernos, ya que es el resultado de alterar de manera artificial durante muchos años el devenir natural de las compañías, a base de rescates, subvenciones y retribuciones varias, que alargan la agonía de empresas que no son viables en la mayoría de los casos, y acaban dejando tirados a sus pasajeros de la noche a la mañana.
Sólo durante el pasado año, uno de los más favorables para las aerolíneas, se declaraban en quiebra un total de 18. Ahora mismo, y con la mayor crisis de nuestra historia reciente a la vuelta de la esquina, esa cifra podría multiplicarse muy fácilmente por 20.
La buena noticia de hoy la protagoniza la japonesa ANA, una de las mejores compañías aéreas de todo el mundo, que se une al exclusivo grupo de las elegidas, tras negociar una línea de crédito con el Banco de Japón por importe de 13 mil millones de dólares, lo que sin duda podrá garantizar su futuro en la era post Coronavirus.
La mala corresponde a la compañía israelí El Al, cuyo CEO acaba de declarar que si no reciben en las próximas semanas los 350 millones de dólares solicitados al ejecutivo de su país, tendrá que proceder al cierre de la aerolínea.
Israel, al igual que está haciendo la administración Trump en los EEUU, requiere garantías de devolución sobre el capital prestado a El Al, la cual no puede comprometerse a ello hasta retomar la senda de los beneficios, lo cual calcula que ocurriría a partir del año 2022.
La situación en Europa
En nuestro continente, la primera aerolínea que ha dado la voz de alarma ha sido EasyJet.
Su propietario y principal accionista, Stelios Haji-Ioannou, ha comunicado que la viabilidad de EasyJet depende de la cancelación del contrato suscrito en su día con Airbus, el cual supera la cifra de 5 mil millones de euros.
De no conseguir su anulación completa y definitiva, EasyJet precisaría de ayudas estatales para poder seguir operando, a lo cual se opone frontalmente su dueño, ya que según sus propias palabras, eso equivaldría «a cobrar un dinero y pasárselo directamente a Airbus».
Stelios ha dejado claro que no está dispuesto a realizar ningún tipo de inversión económica en su aerolínea, hasta que desaparezca de encima de la mesa el contrato firmado con el fabricante de aviones europeo, lo cual deja a la lowcost en una situación delicada.
El resto de compañías aéreas del Viejo Continente mantiene a la mayoría de sus flotas en tierra. Las más «afortunadas» conservan un mínimo porcentaje de operaciones, que básicamente se reducen a ciertas rutas domésticas, transporte de carga, y vuelos de repatriación.
La más lista de la clase, Ryanair, nos sorprendía esta mañana al obtener un permiso temporal para operar vuelos entre Italia y Ucrania. Desconocemos de momento la opinión de los sindicatos sobre este asunto, que implica la operación de rutas desde Bérgamo, uno de los epicentros del virus en Italia, Bolonia, Roma y Catania.
La situación actual es de tal gravedad, que recuerda poderosamente a hechos ocurridos durante la II Guerra Mundial, que ahora se reproducen en algunos casos, como la decisión tomada por parte de las tripulaciones de cabina de la propia EasyJet, y también de TUI, para prestar sus servicios ayudando al sistema de salud inglés en la lucha contra el Coronavirus.
O el caso que ha inundado durante el día de hoy los medios de comunicación británicos, y que muestran a un piloto de Boeing 747 de British Airways, reconvertido en conductor de una camioneta de los supermercados locales TESCO.
El parón aéreo generalizado está causando un enorme daño a la economía de todas las compañías, que mantienen su lucha para tener que evitar el reembolso de los billetes correspondiente a los vuelos cancelados a consecuencia de la crisis sanitaria.
Los analistas económicos de la City londinense han elaborado un informe que adelanta el panorama que los grandes grupos aéreos europeos tendrán que afrontar tras una más que segura prolongación de la cuarentena.
El grupo Lufthansa, y el formado por Air France y KLM, resultarían los más perjudicados, al aumentar su deuda neta en un 12.4% y un 7.7%, respectivamente.
IAG, el grupo en el que se engloban Iberia y Vueling, y que se mantiene a la espera de lo que pueda suceder con Air Europa, también subiría su deuda en un 3.5%, y la lowcost irlandesa Ryanair sería la que sufriría menos daño, ya que en su caso sólo experimentaría un aumento del 1.2%.
Divorcios, nacionalizaciones y desapariciones
La magnitud de la crisis, tal y como ya hemos avanzado desde Turama en posts anteriores, nos llevaría a un futuro escenario lleno de separaciones, nacionalizaciones, y quiebras definitivas de muchas compañías.
El primer divorcio que podría saltar a la palestra sería el de Air France y la holandesa KLM, que ya en el pasado estuvieron a punto de finalizar su proyecto conjunto, tras los problemas experimentados por la aerolínea francesa.
KLM sigue profundamente vinculada a los Países Bajos, en donde mantiene una excelente reputación y economía saneada. Si en el momento de retomar las operaciones aéreas Air France se convirtiese en un lastre para el futuro de la holandesa, todo apunta hacia un cisma entre ambas.
Por su parte, Lufthansa sigue manteniendo la misma filosofía desde hace muchos años, según la cual los gobiernos sólo deberían acudir al rescate de aquellas aerolíneas que pudiesen garantizar su viabilidad futura, evitando gastar grandes cantidades de dinero en aquellas otras que demuestren dificultades para poder salir adelante.
Es evidente que la aerolínea bandera de Alemania va a ser una de las que precisen de más ayuda estatal, por lo que está procurando ponerse la tirita antes de tener la herida.
La supervivencia de muchas otras compañías dependería del grado de implicación de los respectivos gobiernos de los países a los que pertenecen, lo que conduciría a un buen número de nacionalizaciones.
Entre las más probables que se presumen a día de hoy, estarían las de Alitalia, Brussels Airlines, Condor, Swiss, Austrian Airlines, TAP Portugal, o SAS, entre otras.
La selección natural
Lo dijo Darwin en el momento de plantear su teoría sobre la supervivencia del más apto, lo cual podría trasladarse también al sector aéreo comercial.
La crisis económica que ya nos está apuntando va a afectar a todos los sectores productivos, no sólo al del transporte aéreo, y los gobiernos no se encuentran en disposición de inyectar ayudas económicas a todos ellos de manera indiscriminada.
Por esta razón, va a ser muy necesario el estudiar con enorme detenimiento quiénes van a ser los beneficiarios de estos rescates, con el fin de evitar el dilapidar ingentes cantidades de dinero público en empresas que no pueden garantizar su viabilidad en el futuro más próximo.
Seguir manteniendo la enorme segmentación de aerolíneas que hay actualmente en Europa, a diferencia de lo que ocurre en los EEUU, puede ser uno de los mayores errores históricos que se cometan durante esta dura etapa de nuestra historia.
Muchas compañías aéreas tendrán que caer, para permitir con ello sobrevivir a otras, garantizando que miles de millones de euros no van a acabar en el cubo de la basura.
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