Los palets en los cuales eran transportados se mojaron durante la lluvia, por lo que fueron declarados inservibles y se decidió cancelar el envío, quedando los animales 3 días a la intemperie sin agua ni comida.
La Policía Nacional investiga la muerte de más de 23.000 pollitos abandonados en la terminal de carga del aeropuerto madrileño de Barajas.
De acuerdo con la información que ha transcendido hasta el momento, los animales apenas contaban con unos pocos días de vida, y llevaban 72 horas expuestos a la intemperie sin ningún tipo de cuidado y sin que nadie diese la voz de alarma sobre lo que estaba sucediendo.
En el momento de la llegada de los cuerpos de seguridad a Barajas, 6.000 pollitos ya habían fallecido, mientras que otros 17.000 se encontraban agonizando. El número total de aves que conformaban la expedición de envío era de 26.000.
La situación con la que se encontró la policía a su llegada a Barajas fue especialmente desagradable y escabrosa, ya que los 3.000 pollitos que han logrado sobrevivir estaban en situación de hipotermia y comían los restos de aquellos que ya habían fallecido, en un entorno nauseabundo compuesto por cajas de cartón mojadas y animales en descomposición.
La policía no ha revelado el nombre de la empresa que estaba realizando el transporte, pero se sabe que en su momento se consultó la situación con la misma y esta rehusó cualquier responsabilidad sobre el cargamento de aves.
Aunque su cometido se relaciona principalmente con perros y gatos abandonados, los encargados de la investigación contactaron con dos protectoras de animales para que se hiciesen cargo de aquellos que todavía seguían con vida: Salvando Peludos y Asociación para la Liberación y Bienestar Animal.
Entre ambas asociaciones lograron rescatar a poco más de 3.000 aves, pero muchas de ellas han fallecido igualmente a posteriori debido a la mala situación en la que se encontraban.
Llama la atención que durante 3 días nadie se hubiese percatado de lo que estaba sucediendo, a pesar del volumen del cargamento, el ruido que hacían los pollitos, y el mal olor que desprendían, según notificó la propia policía.
En estos momentos se están determinando las posibles responsabilidades sobre los hechos, que obviamente apuntan a un delito de maltrato animal y abandono, el cual y aún cuando es considerado una falta grave, no suele derivar en penas efectivas de cárcel.
Por otro lado, parece que los protocolos internos que deberían existir en el propio aeropuerto tampoco han funcionado de la manera correcta, algo que se debería estudiar con el detenimiento necesario con el fin de que no se vuelvan a reproducir situaciones como esta.