Casi dos centenares de pasajeros acudían el pasado Lunes, día 26 de Marzo, especialmente contentos al aeropuerto de Gatwick, en Londres, dispuestos a tomar su vuelo con destino en la ciudad de Nueva York. El hecho de volar con una aerolínea de bajo coste como Norwegian, en un avión de última generación como el Boeing 787 «Dreamliner», y a un precio especialmente bajo, son factores que contribuyen a pensar que nada puede salir mal.
Sin embargo, Norwegian sigue poniendo en práctica su dudosa política de echar el anzuelo para pescar clientes, para luego darles un producto muy distinto al ofertado.
Queremos recordar en este punto que hemos sido precisamente nosotros, desde Turama, quienes en más de una ocasión hemos comentado el acoso sufrido por esta aerolínea por parte de la competencia, con informaciones muy tergiversadas, e incluso en ocasiones falsas, lo cual no nos impide tampoco seguir denunciando los abusos reales que comete contra sus propios pasajeros.
El cambio de avión y aerolínea
Esto es una práctica habitual de Norwegian: vender un vuelo en alguno de sus flamantes 787 y luego operar el mismo a través de otra aerolínea, con aviones especialmente antiguos y trasnochados.
En esta ocasión, la jugada la hicieron a través de la compañía chárter portuguesa HiFly, la cual opera Airbus A330 y A340 de más de 16 años de antigüedad. Por supuesto, el precio del billete no varía y es exactamente el mismo que si el trayecto lo operase la propia Norwegian con sus aviones de apenas un año de vida técnica.
El avión portugués que cubría la ruta de Norwegian presentaba un aviso en papel pegado a la puerta de uno de los lavabos, en el que se leía: «Fuera de servicio. Lamentamos que el número de lavabos a bordo sea limitado. Por favor, tenga en cuenta que el número de máscaras de oxígeno es limitado. Para su seguridad, espere su turno sentado».
Por nuestra parte, nunca antes habíamos visto avisos comentando que las máscaras de oxígeno son limitadas.
Desde luego, la comodidad de los asientos no es la misma, la separación entre estos es ridícula, al igual que la comida y el servicio en general. Lo que no esperábamos es la denuncia realizada por uno de los afectados, un pasajero sueco de 33 años, que se cortó en un dedo al meter la mano en la bolsa donde guardaba su maquinilla de afeitar.
Según las declaraciones realizadas por este cliente de Norwegian, solicitó a la tripulación de cabina ayuda para poder tener acceso al kit de primeros auxilios, recibiendo la respuesta de que dicho Kit sólo era un servicio «para los pasajeros Premium».
Por la tarifa que él había abonado, sólo tenía derecho a una tirita.
Es tal la gravedad de este hecho que esperamos que esta persona haya presentado la correspondiente denuncia formal ante las autoridades competentes.
Sin embargo, las cosas sólo acababan de empezar mal dentro del avión de HiFly. Una vez que ya se había abandonado el estacionamiento y se procedía hacia la pista de despegue, el comandante comunicó a los pasajeros que se había producido un fallo técnico y que el mismo tenía que ser revisado por el servicio de mantenimiento.
Después de más de dos horas dentro del aparato, se decidió volver a la terminal, donde comenzó el auténtico caos.
Desorganización nivel épico
Una vez se realizó el desembarque de todos los pasajeros del avión de HiFly, el cual definitivamente no podía volar, la mitad fue llevada hasta el área de recogida de equipaje, a través de la de control de pasaportes, y la otra a salidas internacionales.
Lamentablemente, los empleados de Norwegian indicaron a los afectados que tenían que volver a control de aduanas a través del área de Llegadas, y desde ahí acceder de nuevo a la terminal a través de los puestos de seguridad. Al haber utilizado ya en una ocasión sus tarjetas de embarque, las mismas no fueron aceptadas por los lectores ópticos que existen previos a los controles de seguridad, por lo que la zona quedó colapsada de pasajeros que no podían moverse ni hacia delante ni hacia atrás.
Para más Inri, aquellos que habían comprado bebidas mientras estaban ya en el área de salidas, no pudieron pasar las mismas en el segundo control de seguridad, solicitando la presencia de empleados de Norwegian para intentar mediar en el conflicto.
Finalmente, todos los afectados fueron reunidos de nuevo, tras más de cuatro horas, ante el despacho de la compañía noruega, donde fueron informados que el vuelo se retrasaría unas pocas horas y ya estaba otro avión de Norwegian (esta vez sí) preparado para llevarlos hasta su destino.
El vuelo original tenía previsa su salida para las 7:45 de la mañana, y todos los pasajeros recibieron un SMS indicando que hasta las 12:00 no se comunicarían más noticias sobre el estado del mismo.
A las 12:15, una vez más, todos los afectados recibieron un nuevo SMS comunicándoles que el vuelo se retrasaba hasta las 21:30 de la noche. En este punto, Norwegian procedió a hacer entrega de vouchers para comida y bebida por un importe de 15 Libras. Empleados de la aerolínea comunicaron a los pasajeros afectados que dado que sólo se trataba de un «pequeño» retraso, no había lugar a reacomodaciones en hoteles.
El lío con la «pieza»
Como es típico y tópico en este tipo de incidencias, el nuevo avión de Norwegian que tenía que trasladar a los pasajeros afectados a Nueva York, necesitaba una pieza «básica» que debía de llegar por carretera desde la localidad inglesa de Derby.
Como también es típico en estas situaciones, supuestamente un camión había derramado aceite sobre la calzada en la autopista, lo que había provocado una importante retención de tráfico y la pieza en cuestión no podía llegar hasta Gatwick.
Todos conocemos aquello de «explicatio non petita accusatio manifesta», o lo que viene siendo lo mismo «no me cuentes tu vida y deja de poner problemas para justificar tu inoperancia» (traducción muy libre de Explicación no pedida, acusación manifiesta…).
A las 21:19, de nuevo, Norwegian envía otra serie de SMS a sus pasajeros, indicando que se produce un nuevo retraso hasta las 02:00 de la mañana. El lío que se montó ante el despacho de atención de la aerolínea noruega alcanzó tales tintes que tuvo que intervenir la policía del aeropuerto para calmar los ánimos. Desde ese momento, las fuerzas de seguridad ya no abandonarían el lugar en previsión de nuevos altercados.
Norwegian volvió a hacer entrega de nuevos vouchers para la cena, no teniendo en cuenta que a partir de las 23:00 horas la inmensa mayoría de bares, restaurantes y cafeterías del aeropuerto cierran sus puertas, por lo que muchos pasajeros no pudieron hacer uso de los mismos.
Ante lo que se veía venir, los afectados fueron repartiéndose por el suelo, sillas y salas de espera del aeropuerto para poder dormir, haciendo incluso uso de la zona de juegos infantiles, ya que es la única que dispone de colchonetas en el suelo.
Norwegian insistió en que dado que «sólo se trata de un retraso», los pasajeros no tiene derecho a ningún tipo de acomodación por parte de la aerolínea.
La gota que colma el vaso
Tal y como ya se veía venir de lejos, Norwegian se dirigió de nuevo a sus pasajeros a las 01:22 de la mañana, vía SMS, comunicando un nuevo retraso para la salida del vuelo hasta las 03:30.
Con todos los restaurantes y cafeterías cerrados, sin derecho a poder ser alojados en un hotel, y sin otro lugar donde poder dormir, los afectados se limitaron a seguir esperando tirados en el suelo, en la zona de juegos para niños, o directamente sentados en las sillas de la terminal.
Cabe destacar que entre los afectados se encontraban niños pequeños y personas de edad avanzada.
Finalmente, a las 03:45 de la mañana los pasajeros fueron llamados para embarcar en el nuevo avión de Norwegian, que ya contaba con su pieza «básica» traída desde Derby. A las 04:00 comenzó el embarque y el avión despegó hacia Nueva York a las 5 de la mañana, donde aterrizaría con un retraso de 24 horas sobre la hora original señalada para el vuelo.
Conclusión
Prosigue la carrera entre aerolíneas para ver quién es la que ofrece un peor servicio, y aún así sigue ganando dinero. Al mismo tiempo, prosigue la costumbre de Norwegian de vender vuelos en sus flamantes 787 que al final son operados por compañías de «Segunda B», o en ocasiones, de «Tercera División».
La táctica de mantener la tensión en el aeropuerto ante un despegue inminente, cuando esto se sabe que no va a ocurrir, es también muy socorrida, con el fin de tener a los pasajeros dentro del recinto aeroportuario y así evitar tener que abonar alojamientos en hoteles.
Esto es sólo Semana Santa, el Verano todavía no ha llegado, pero como ya llevamos avisando desde hace tiempo, este año se prevé especialmente conflictivo. Ya queda menos para confirmarlo.