Para muchos, resultará bastante curioso que seamos siempre los únicos que acudimos en defensa de aerolíneas como Ryanair, cuando precisamente nos tachan injustamente de un falso odio por parte de Turama hacia ella.
Lo cierto es que solemos criticar (bastante) a la aerolínea de bajo coste irlandesa por su particular filosofía de trabajo, y principalmente por lo mal que trata a sus propios empleados y también, en ocasiones, a sus pasajeros, pero nos parece realmente fatal que se intente hacer daño a esta compañía, o a cualquier otra, a través de informaciones falsas y tendenciosas.
Entendemos perfectamente que sacar en la primera página de un diario cualquiera, alguno de los múltiples accidentes de tráfico mortales que ocurren todos los días en nuestro país ya no tiene tirón, precisamente porque se ha convertido en lo «normal». Queda mucho mejor, es más impactante y, desde luego, vende muchísimo más el hablar de accidentes aéreos.
El problema es el de siempre: un redactor con ganas de impactar que hoy escribe sobre la industria aérea, mañana hace el comentario de un partido de fútbol y pasado mañana el de la boda de algún famoso.
Durante el día de hoy, todavía era posible leer y ver vídeos relacionados con el accidente sufrido por un avión de Ryanair el pasado Sábado, día 14 de Julio. Leer algunos de los comentarios nos ha llevado casi a la carcajada, si no fuera porque muchos lectores se los están creyendo como si fueran ciertos.
Se ha llegado a hablar de coágulos de sangre en las arterias, de riesgo de padecer una trombosis venosa, de haber estado rozando la muerte, cuando nada de esto tiene el más mínimo sentido y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
¿Qué pasó?
El avión de la aerolínea Ryanair se encontraba en ruta, operando el vuelo entre las ciudades de Dublín (Irlanda) y Zadar (Croacia), a una altura de 11.300 metros.
Algunos pasajeros escucharon una pequeña explosión y, seguidamente, las mascarillas de oxígeno dispuestas sobre los asientos dentro de la cabina, se desplegaron.
En ese momento, se produjo una descompresión de la aeronave, que obligó a sus pilotos a realizar un descenso de emergencia, maniobra esta que cualquier profesional de cualquier aerolínea es capaz de hacer con total seguridad.
El avión tuvo que realizar un aterrizaje no programado en el aeropuerto de Frankfurt Hahn y 33, de los 189 pasajeros que transportaba, necesitaron asistencia médica.
A la espera de lo que pueda dictaminar el correspondiente informe técnico sobre lo acontecido, todo parece apuntar a una rotura en el sistema de ventilación, o sangrado de aire, que podría corresponderse con la pequeña explosión percibida por algunos pasajeros. Esto podría haber causado la descompresión de la cabina.
El descenso de emergencia se realiza para alcanzar cuanto antes la altura de seguridad requerida, que permita respirar con normalidad a los pasajeros sin utilizar las mascarillas de oxígeno, ya que estas tienen una duración media de unos 10/15 minutos.
Por esta razón, esta maniobra se realiza, dentro de todos los parámetros de seguridad, con la mayor rapidez posible. La única sensación percibible es la de estar bajando más rápido de lo normal, ya que el avión vuela y funciona perfectamente.
Estas situaciones ocurren con muy poca frecuencia. De hecho, tomando en cuenta que actualmente se están operando una media de 250.000 vuelos diarios en todo el mundo, en el último mes sólo se han producido dos incidencias por descompresión y una de ellas fue debida a un clamoroso error por parte del primer oficial de un avión de Air China.
¿Y los heridos?
La cantidad de falsedades e irregularidades que se han dicho en relación con los pasajeros que resultaron heridos, es para echarse las manos a la cabeza.
Tal y como hemos comentado ya anteriormente, cualquier avión necesita ser presurizado, con el fin de reducir la diferencia entre la presión exterior y la del interior de la cabina.
Cuanta mayor altura se alcanza, menor presión exterior, por lo que un aparato que vuela cerrado y mantiene en su interior una presión equivalente a la existente a nivel del mar, podría sufrir daños en vuelo.
Por esta razón, a medida que se asciende, se va reduciendo la presión en el interior del avión, hasta dejarla a un nivel que se correspondería con una altura aproximada de 2.000/2.500 metros, lo que sería exactamente igual a encontrarse en la cima de una montaña de esa misma altura, con la diferencia de que dentro de la cabina el oxígeno se va proporcionando de manera constante, por lo que no hay riesgo de sufrir hipoxia.
Cuando se desciende, la presión se va aumentado de nuevo, para que al llegar a destino vuelva a estar equilibrada con la existente en el exterior.
Estos cambios de presión pueden causar ciertas molestias en los pasajeros más sensibles. Normalmente, están asociadas a la distensión abdominal que se produce con el movimiento de gases, lo que por otro lado también puede afectar a la nariz, los oídos, e incluso a la boca, con sensación de dolor en alguna pieza dental, sobre todo si existen caries o empastes.
Cuando se produce una descompresión súbita, como en este caso, la presión interior del avión se reduce de manera rápida, por lo que el aire que se encuentra en las cavidades del oído se escapa hacia fuera, lo que causa molestias en el tímpano.
En una situación de ascenso o descenso normales, el simple hecho de hablar, masticar, o tragar, logra equilibrar la presión interna del oído con la externa, por lo que no suelen producirse molestias de ningún tipo.
En este caso, la premura por realizar la maniobra de descenso es lo principal, por lo que es asumible que los pasajeros puedan notar dolor en sus oídos durante la misma y hasta alcanzar una altura de vuelo inferior.
En cuanto a las informaciones que hablan de «hemorragias en nariz y oídos», tenemos que decir que también es normal que algunos pasajeros sufran la rotura de pequeños vasos sanguíneos, tanto en la nariz como en el oído, lo que causa la presencia de sangre.
De ahí a hablar de «hemorragias», es tergiversar de manera evidente la realidad, ya que se trata de una situación muy similar a la que se experimenta cuando nos sonamos la nariz fuertemente y sangramos por la misma.
Esto es lo que se conoce médicamente como un barotrauma, que no es otra cosa que el daño causado en el interior del oído por la diferencia súbita de presión interior y exterior.
En cuanto a coágulos, trombosis, etc etc etc, tenemos que recordar que la «enfermedad por descompresión» se produce al respirar aire presurizado, normalmente a través de botellas de oxígeno como las utilizadas por los buzos en sus inmersiones, y al contrario que en este tipo de casos, crea burbujas de nitrógeno en la sangre cuando disminuye la presión. Por esta razón, los buceadores pueden llegar a padecerla si ascienden de manera apresurada desde una gran profundidad (más presión) a la superficie (menos presión).
Intentar comparar este caso con la de un buzo que sufre la conocida como «enfermedad por descompresión», es desconocer totalmente cómo funciona un avión, cómo funciona el cuerpo humano y cómo hay que bucear.
Entendemos que hay gran interés general por hacer el máximo daño posible a Ryanair, sobre todo por parte de la competencia, pero utilizar este tipo de hechos para atacar a la aerolínea irlandesa no es la mejor manera de ayudar al sector aéreo.
Se podrá criticar a Ryanair, tal y como hacemos nosotros mismos, por sus contratos laborales o su manera de trabajar, pero no por haber puesto en riesgo a sus pasajeros de sufrir un accidente cerebrovascular por presencia de burbujas de nitrógeno en la sangre, porque esto es simplemente total y absolutamente falso.