A grandes males grandes remedios, o al menos esto es lo que deben de haber pensado las autoridades rusas para intentar minimizar el impacto de las restricciones internacionales impuestas a su sector aéreo, tras la invasión de Ucrania.
Actualmente, las aeronaves comerciales de este país lo tienen muy complicado para operar rutas fuera de su espacio aéreo, principalmente por dos razones:
La primera es la prohibición de sobrevolar el territorio de la gran mayoría de países que se encuentran a su alrededor, y la segunda se corresponde con la imposibilidad de sacar sus aviones fuera de Rusia, ya que más de la mitad son propiedad de empresas de leasing extranjeras que ya han denunciado la apropiación indebida de estos aparatos por parte del régimen de Putin.
Ambos factores combinados han llevado a Rusia a replantearse hasta qué punto le resulta rentable seguir operando rutas internacionales, en las que necesita invertir mucho más tiempo y combustible que hace apenas un par de meses.
Con el único fin de sortear de alguna manera estos impedimentos, Rusia ha optado por darle una nueva vida al aeropuerto de Sochi (AER), convirtiéndolo en una especie de hub internacional con el que poder ofertar a sus pasajeros conexiones hacia el extranjero.
Sochi se encuentra al Este del Mar Negro, y a apenas 250 kilómetros de la costa de Turquía, un enclave privilegiado a medio camino entre Europa, Africa, y Medio Oriente.
A partir del próximo 7 de Abril, la compañía aérea estatal rusa Aeroflot, a través de su subsidiaria Rossiya, operará desde Sochi vuelos internacionales a 17 destinos, ubicados en Armenia, Egipto, Israel, Kazajistán, Turquía y Uzbekistán.
Rusia ha decidido que sea Rossiya la encargada de operar estos vuelos por su flota de aviones Sukhoi Superjet, todos ellos propiedad de la aerolínea, con lo que no está corriendo el riesgo de que sean recuperados por sus dueños en cuanto aterricen en un país extranjero, algo que evidentemente si sucedería con el resto de modelos.
Sin embargo, esta limitación también perjudica tanto a Aeroflot como a la propia Rossiya, porque los Sukhoi Superjet sólo tienen autonomía para volar unos 3.000 km, lo que restringe de manera considerable su radio de acción.
Además, aunque este modelo es de fabricación rusa, también utiliza un número importante de piezas y elementos llegados desde diversas partes del mundo, un factor que es necesario tener en cuenta si consideramos los problemas para mantener relaciones comerciales con Rusia a día de hoy.
De momento y a la espera de futuros acontecimientos, Rusia destinará al menos 10 Sukhoi Superjet en el aeropuerto de Sochi, con los que espera dar salida a pasajeros que viajen principalmente a Oriente Medio, el Este de Europa y el Norte de Africa.
Es importante recordar que gran parte de los turistas rusos que quieren viajar a Europa, lo están haciendo a través de la aerolínea Air Serbia, la única que a diferencia de sus homólogas ha optado por aumentar el número de frecuencias con destino en Moscú.
Sólo con el paso del tiempo sabremos si este nuevo plan del régimen ruso tiene visos de funcionar, y hasta cuándo podrán seguir operando los aviones de este país fuera de sus fronteras, si no pueden cumplir con los planes de mantenimiento habituales, carecen de piezas de recambio, y no están asegurados por ninguna compañía extranjera.