Esta misma mañana hemos tenido el gran privilegio de participar en un webinar que contaba con la presencia de tres importantes expertos en el sector aéreo comercial: Christoph Mueller, ex directivo de Emirates, Malaysia Airlines y Aer Lingus, Montie Brewer, ex CEO de Air Canada y United Airlines, y Tony Tyler, Director General de IATA.
Tal y como venimos contando desde hace unas semanas, todos ellos han coincidido al apuntar que la recuperación económica de las compañías aéreas va a ser lenta y complicada, ya que la presente crisis surgida a raíz de la aparición del nuevo Coronavirus, no tiene nada que ver con otras experiencias pasadas por las que ya atravesó este sector.
Es probable, si todo sigue el plan previsto, que algunas aerolíneas comiencen a retomar su actividad durante el mes de Junio, pero sólo utilizando un porcentaje muy bajo de aparatos, y volando hacia un número muy limitado de destinos.
Además, y tal y como adelantó la OMS y otros organismos oficiales, es prácticamente seguro que haya que mantener restricciones importantes a la libertad de movimientos, así como un distanciamiento social preventivo que se podría prolongar durante muchos meses.
Incluso, se ha apuntado la posibilidad de que en un principio las compañías aéreas sólo puedan utilizar un tercio de la capacidad de las cabinas de sus aviones, lo que equivaldría a tener que operar con un porcentaje de ocupación extremadamente bajo.
Todo esto significa que sólo podrán superar esta crisis aquellas aerolíneas que cuenten con un respaldo económico importante, que les permita sobrellevar lo que queda de año. Aquellas que no lo logren, se verán abocadas a la desaparición.
Vuelven las nacionalizaciones
En tiempos de crisis tan profundas como la presente, la práctica totalidad de compañías aéreas se han dirigido a los gobiernos de los países a los cuales pertenecen (en teoría), para solicitar ayuda.
En muchos casos, esa ayuda va a tener un coste que ya adelantaba el Presidente norteamericano Donald Trump: la compra de acciones de las compañías.
Como publicamos hace apenas un par de días, de momento las únicas que se han asegurado la firma de un plan de rescate han sido Norwegian, que alcanzaba un acuerdo con el ejecutivo noruego, Emirates, respaldada a capa y espada por el emirato de Dubái, y Singapore Airlines, cuyo mayor accionista es una empresa estatal dispuesta a proporcionarle la mayor inyección económica que se conoce hasta la fecha.
American, Delta y United, los 3 gigantes norteamericanos, también percibirán importantes subvenciones estatales, pero para ello tendrán antes que aceptar los términos impuestos por la administración Trump, los cuales a día de hoy son bastante confusos e indefinidos.
Pero curiosamente, a lo largo y ancho del planeta comienzan a surgir los casos de posibles nacionalizaciones de compañías aéreas que ya se habían desligado hace mucho tiempo del control estatal.
De esta manera, Brussels Airlines, que pertenece actualmente al grupo Lufthansa y se encontraba en proceso de asimilación por su filial lowcost, Eurowings, ha solicitado al gobierno belga la cantidad de 300 millones de euros para atravesar esta etapa.
Esta ayuda podría ser aprobada previa nacionalización de Brussels Airlines por Bélgica, cerrando de esta manera el círculo que en su día había comenzado la quebrada Sabena.
Otras dos aerolíneas pertenecientes al mismo grupo, Swiss y Austrian Airlines, podrían seguir en breve el mismo proceso.
Italia también ha anunciado que, tras los fracasados intentos de venta de Alitalia, procederá a la nacionalización de su aerolínea bandera.
En un principio, el ejecutivo italiano ha destinado 600 millones de euros para proteger el futuro de sus compañías aéreas, que se suman a otros 400 que acababa de inyectar en Alitalia.
Por su parte, Alemania y Francia han anunciado que se están planteando la misma opción, y no descartan la nacionalización de varias compañías aéreas, aunque de momento no se ha tomado ningún tipo de decisión en firme al respecto.
Ryanair y EasyJet
Toda esta tormenta que se ha desatado en apenas un mes deja en tierra de nadie a varias aerolíneas, entre las que destacan por su peso específico Ryanair y EasyJet.
Ambas lowcost necesitan seguir operando cuanto antes sus aviones, con un importante porcentaje de ocupación y frecuencias, pero esto no parece que vaya a resultar posible durante los próximos meses, por lo que el sistema aéreo de bajo coste podría encontrarse también con muy serios problemas.
Recordemos además que estas aerolíneas no pertenecen a ninguno de los grupos aéreos más poderosos, por lo que no podrían beneficiarse en ningún caso de los acuerdos a los que estos pudiesen llegar.
Ryanair nunca estuvo en manos del ejecutivo irlandés, ya que además su nacimiento supuso una importantísima competencia para otra compañía que sí pertenecía a Irlanda: Aer Lingus.
Durante años, O´Leary se dedicó a buscar la forma de hacerse con Aer Lingus, pero todos sus intentos fueron en vano debido a la protección que se ejercía desde diversos partidos políticos del país.
En este momento, Irlanda se encuentra ante la disyuntiva de tener que dedicar todos sus esfuerzos para intentar aupar a Aer Lingus, perteneciente al poderoso grupo inglés IAG, o hacer también lo propio con Ryanair, que a pesar de su fortaleza económica va a necesitar una línea de vida temporal.
Aún considerando que la lowcost nunca estuvo vinculada estatalmente con Irlanda, esta supone un importante motor económico para el país, por lo que quizás por ese lado interesase especialmente su supervivencia.
De todas maneras, habría que ver de qué manera se podría hacer efectiva esta ayuda, ya que dudamos mucho de que en el caso de Ryanair se permita la intervención estatal en la compañía, y muchísimo menos su nacionalización.
El caso de EasyJet es algo diferente al de su homóloga irlandesa.
Con el fin de evitar los problemas provocados por la salida de la UE del Reino Unido, EasyJet se las ingenió para crear otras subsidiarias que garantizasen sus operaciones post-Brexit: EasyJet Europe, con sede en Austria, y EasyJet Switzerland, con sede en Suiza.
Tras la pasada caída de Monarch, y las recientes quiebras de Thomas Cook y FlyBe, el Reino Unido no puede permitirse perder más activos en el sector aéreo, por lo que se presume que se volcará para proteger a British Airways, y muy probablemente también a Jet2, Virgin Atlantic, Longanair y Eastern Airways, que igualmente precisarán de ayudas.
Igual que en el caso de Ryanair, esto dejaría a EasyJet en un limbo legal a la hora de pedir socorro.
La inglesa es la segunda lowcost más importante de Europa y su caída sería un auténtico desastre para muchos millones de pasajeros.
Es importante recordar que, independientemente de cualquier otro factor comparativo, tanto Ryanair como EasyJet ejercen con su presencia en el mercado una importantísima labor que evita las subidas indiscriminadas de las tarifas aéreas, que antes de la existencia de las compañías lowcost no eran asumibles para el ciudadano medio.
Es evidente que los precios bajos por volar van a desaparecer durante un tiempo, pero si con ellos también desaparecen las aerolíneas que los promocionan, volveremos de nuevo a revivir una situación en la que muy pocos se podrán permitir viajar en avión.