¿Cuántas veces has oído eso de que apagar el teléfono móvil en un avión es una tontería?. Pues seguro que un montón, porque hoy en día cada vez queda menos gente que opte por seguir las instrucciones de seguridad que lo recomiendan.
La cuestión es que ahora mismo, y por culpa de los recientes escándalos que están salpicando al constructor de aviones norteamericano, un auténtico ejército de periodistas se está dedicando, única y exclusivamente, a revolver en la basura de Boeing para sacar todos sus trapos sucios al aire.
Gracias a ellos, hoy hemos descubierto que, en el año 2014, la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos lanzó una advertencia de obligado cumplimiento, relacionada con los modelos Boeing 737 y Boeing 777.
En dicha advertencia, la FAA señalaba que durante una serie de pruebas realizadas sobre estos dos modelos, se había detectado que las pantallas de información que se ubican dentro de sus cabinas, desde las cuales los pilotos extraen todos los datos y parámetros necesarios para volar, podrían resultar vulnerables frente a las ondas emitidas por los móviles que no habían sido puestos en «modo avión».
Ahora sabemos que esta fue precisamente la razón por la cual, en el año 2018, el Congreso de los Estados Unidos decidía prohibir el uso de teléfonos móviles para realizar llamadas durante el vuelo.
¿Cuál es el problema?
Cualquiera que haya visto el interior de la cabina de un avión, habrá podido confirmar que la parte más esencial se encuentra en toda la información que se pasa a través de las pantallas instaladas en la parte frontal, justo delante de donde se ubican los pilotos.
Antiguamente, esta información se podía leer en lo que se denominaba «relojes», ya que todavía no existía la tecnología LED y los aviones parecía que llevaban instalados decenas de «relojes» en su cabina.
Hoy en día, estas pantallas presentan información de las pistas del aeropuerto, datos meteorológicos, velocidad y altura, rumbo, trayectoria, funcionamiento de los motores, etc, etc, etc, por lo que son absolutamente vitales para poder volar de una manera segura.
Lo que la FAA detectó fue que, en determinados casos, las ondas que emiten los teléfonos móviles que permanecen encendidos dentro de la cabina de un avión, y no han sido puestos en «modo avión», podían llegar a alterar la información que se presenta en estas pantallas, y lo que es mucho peor, incluso llegar a apagarlas.
En concreto, la incidencia se detectó en las pantallas que el fabricante Honeywell International Inc., había instalado en los modelos de Boeing 737 y 777.
En total, son 1.300 aviones susceptibles de sufrir este tipo de interferencias en sus pantallas, que tienen hasta Noviembre de este año para proceder a sustituir las mismas.
Muchos modelos ya han sido reparados, otros han dejado de volar, algunos están siendo sustituidos (como es precisamente el caso del 737NG, por el 737MAX) y otros todavía mantienen las mismas pantallas.
No se puede dar una cifra exacta, pero se ha calculado que a día de hoy son más de cien los aparatos que todavía no han sido reparados (unas 400 pantallas), y podrían desarrollar la incidencia reseñada durante el vuelo.
Difícil seguimiento
El problema más importante que existe para poder hacer un seguimiento de esta incidencia, que puede alterar de manera muy peligrosa la seguridad a bordo de los aviones afectados, es que los mecánicos que han revisado los aparatos en donde ha saltado la misma, no han sido capaces de localizarla ni repetirla.
Esto ocurre porque una vez las pantallas se apagan, o sus datos se alteran, en el momento en el que desaparece la interferencia, no deja ninguna huella que pueda ser rastreada por los equipos de especialistas.
Sin embargo, son numerosos los casos de pilotos que han experimentado el súbito apagado de sus pantallas, y también de aquellos que han visto comos los datos que se presentaban en las mismas comenzaban a alterarse de manera repentina.
En los últimos 3 años, se han pasado a la ASRS (Aviation Safety Reporting System), administrada por la NASA, más de una docena de informes en los que se denunciaba el apagado repentino de las pantallas de cabina, lo que está considerado en términos aeronáuticos como una situación «crítica».
La última de ellas tuvo lugar en Septiembre del año pasado, cuando la tripulación de un Boeing 737-700 observó como las pantallas del avión comenzaban a fluctuar de manera repentina, llegando a apagarse totalmente una de ellas, razón por la que se decidió retornar al aeropuerto de origen.
Uno de los episodios más graves es el registrado en Enero del 2017 en Costa Rica, cuando otro Boeing 737 perdió la imagen de todas las pantallas de la cabina, de manera simultánea y en los dos lados de la misma (asientos de piloto y copiloto).
Situación actual
Como comentábamos anteriormente, se cree que existe más de un centenar de aviones que todavía necesitan la sustitución de sus pantallas de cabina, para lo cual tienen establecido como fecha límite el mes de Noviembre de este año.
Las principales compañías aéreas, como Delta o Southwest, han declarado que ya tienen completado todo el proceso de sustitución de pantallas en los modelos declarados como vulnerables.
American Airlines ha confirmado que todavía tiene que finalizar este proceso en 14 de sus aparatos, y United en 17 de ellos.
Ryanair, aerolínea cuya flota está basada exclusivamente en aviones del modelo Boeing 737, en el año 2014 había declarado que tenía 707 pantallas afectadas por la incidencia, pero que sustituirlas todas al mismo tiempo era un proceso que significaba una carga de trabajo, y económica, que no estaba dispuesta a asumir.
Un portavoz de Ryanair ha declarado que no se han sustituido las 707 pantallas, pero sí se procedió a revisarlas todas, cambiando sólo aquellas más susceptibles de verse alteradas por la incidencia.
Es especialmente curioso que todo este asunto haya saltado justo cuando el constructor norteramericano se encuentra atravesando por su peor momento, tras los dos accidentes sufridos por su nuevo modelo 737MAX.
Es decir, en 5 años apenas se había hablado de esta incidencia, que permanecía casi en secreto, hasta ahora.
Lo que resulta más evidente es que todas las medidas de seguridad que se puedan adoptar a bordo de un avión, son pocas.
El problema que ha saltado ahora es que un investigador de la Universidad Embry Riddle Areonautical, Tim Wilson, ha declarado que aún en el «modo avión», un número importante de teléfonos móviles encendidos al mismo tiempo podrían seguir alterando determinados componentes electrónicos de los aviones.
Así que ahora nos resta por ver cómo se va a tomar este asunto, si las compañías y sus pasajeros están dispuestas y preparadas para prescindir de los teléfonos móviles, cuando está ocurriendo justo lo contrario, y hasta qué punto puede reproducirse la misma situación de riesgo en otros modelos de avión.