Parece que muchos todavía no son conscientes, pero los acontecimientos que estamos viviendo en primera persona estos últimos meses, serán estudiados por todas las generaciones venideras en el futuro, igual que nosotros estudiamos los de nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos.
En unos pocos años, todos nos preguntaremos dónde estábamos cuando se decretó el Estado de Alarma por el Coronavirus, igual que todavía lo hacemos con la caída del Muro de Berlín, el ataque a las Torres Gemelas, y tantos otros hechos históricos.
La diferencia radical estriba en que mientras a nuestros antepasados se les ordenaba coger un fusil para ir a morir por una causa que desconocían, que en la mayoría de los casos no compartían, y de la que era casi seguro que no iban a regresar, a nosotros tan solo se nos pide que nos quedemos en casa.
Ahora, tenemos todos que preguntarnos en qué lugar y cómo pasaremos a la historia, si ni siquiera somos capaces de cumplir con algo tan sumamente simple, contando además con la ayuda de internet, de multitud de canales de televisión y películas, o entretenimientos de todo tipo.
A día de hoy, y tal y como se están desarrollando los acontecimientos, pasaremos a los libros de historia como la generación a la que hubo que volver a recordar que era importante lavarse las manos, o como los que de la noche a la mañana convirtieron el papel higiénico en el tipo de moneda más preciada.
Los espectáculos bochornosos que se han visto desde que se declaró el Estado de Alarma nacional, quedarán grabados para siempre en nuestras retinas. Mientras la OMS cambiaba la denominación de esta crisis mundial a Pandemia, algunos quisieron entender «Pa´Denia», y no dudaron en hacer las maletas e irse de sus ciudades con destino a las playas, igual que si se tratase de una vacaciones adelantadas de Verano.
Cuando éramos pequeños, soñábamos con poder pilotar coches voladores en el siglo XXI, con una sociedad avanzada, inteligente, preparada, culta, solidaria, y sin embargo nos encontramos con un buen número de egoístas, despreocupados, sinvergüenzas y descerebrados.
Es evidente que un buen porcentaje de la culpa de todo esto también la tienen aquellos que se han pasado meses bombardeándonos a todos con aquello de «es sólo una gripe», «no pasa nada», «apenas se registrarán una decena de casos», «no va a repercutir en la economía» y demás frases por el estilo.
Para muchos, es especialmente difícil pasar de repente de eso a «no salgáis de casa», «la situación es crítica», «nuestra economía se derrumba».
Como regla general, el ser humano no asimila cambios tan radicales de postura en cuestión de horas, y puede incluso ser relativamente normal que se tarde cierto tiempo en entender la realidad.
En todo caso, sí resulta muy preocupante que haya que recurrir a influencers y demás fauna de las redes sociales para meter en la cabeza de los más jóvenes que esto no es una broma.
Los responsables de diversos organismos oficiales, viendo que sus directrices se tomaban en muchos casos a mofa, y no eran capaces de transmitir un mensaje comprensible para la generación millenial, han decidido jugar con sus propias cartas, y hacerlo llegar a través de las únicas bocas de las que se creen cualquier cosa.
Todo esto nos tiene que hacer pensar sobre la manera en la que estamos educando a esta nueva generación, que nunca ha conocido ni ha vivido una guerra de cerca, que ha nacido en libertad dentro de una Europa unida, y que ha viajado en pocos meses lo que a nosotros nos ha costado muchos años.
La gran mayoría han crecido entre algodones, hiper protegidos, hiper mimados, y nunca han escuchado un «no» por parte de sus padres, que seguían las instrucciones recibidas por los actuales gurús de la psicología infantil.
Y ahora ha llegado el momento no sólo de decirles un «no, no puedes hacer esto «, sino también de darles ejemplo.
En tan solo unas pocas horas, hemos pasado a echar de menos los días en los que nos sentábamos a tomar algo con los amigos, en los que nos marchábamos de viaje a cualquier sitio, en los que íbamos de compras, al gimnasio, o al cine.
El desenlace final de este terrible embolado depende directamente de nosotros, incluso podríamos llegar a pensar que todo esto no es más que una prueba de fuego que el universo nos tenía preparada desde hace mucho tiempo.
Nuestros hados, musas, o dioses, habrán pensado que si no somos capaces de ponernos de acuerdo en un momento tan crucial, de olvidarnos de nuestras preferencias y gustos individuales, de dejar de lado nuestras creencias políticas y religiosas, quizás no merezcamos seguir existiendo como raza, y debamos extinguirnos.
Sin embargo, también hemos visto estos días la gran respuesta humana de cientos de miles de profesionales que dan la cara, se exponen a lo que les venga, trabajan sin horario, y se esfuerzan hasta la extenuación para salvar muchas vidas.
Es una injusticia épica que con nuestro comportamiento pueril, echemos por tierra el trabajo de tantos otros, y nos pongamos nosotros mismos en peligro.
Si quieres volver a viajar en breve, ahora toca quedarse en casa.
Podemos hablar sobre viajes todo lo que quieras, pero no podremos hacerlos hasta dentro de un plazo de tiempo, que dependerá exclusivamente de nuestra conducta en las próximas semanas.
Quedémonos en casa, por nosotros, por nuestros familiares y por toda la gente que queremos.