Tasmania, bienvenidos a una tierra sin fronteras

El estado Australiano de Tasmania ha sido injustamente eliminado de los recorridos organizados por los mayoristas turísticos europeos, en gran parte de los casos. Esta medida suelen justificarla por la dificultad de desplazamiento hasta la isla, y por una casi mítica fama de mal tiempo.

Sin embargo, aquellos viajeros que se han preocupado por informarse correctamente, habrán descubierto que se trata del lugar ideal para disfrutar de unas vacaciones en contacto con la naturaleza, con la posibilidad de ser visitada utilizando medios propios, como el turismo o la caravana, en unos recorridos muy asequibles y con una buena infraestructura turística en general, muy por encima de algunas zonas más remotas del continente Australiano.

Ante todo habría que aclarar que las bajas temperaturas son comunes durante la noche, debido al viento que azota la isla desde el Oeste, y que entre los meses de Octubre hasta Marzo, los días suelen ser soleados y con temperaturas que sobrepasan los 20 grados. Este clima es el ideal para poder desarrollar múltiples actividades al aire libre, tanto en la montaña como en la costa.

Por otro lado, la isla cuenta con varios aeropuertos que la conectan directamente con la península, en gran cantidad de vuelos a precio muy asequible desde Melbourne, a poco más de una hora de distancia en avión.

Evidentemente esto rompe totalmente esa mala fama injustificada que se ha situado sobre uno de los lugares más increíbles del planeta, que choca frontalmente con la imagen típica que el viajero suele tener del continente australiano.

Tasmania es sinónimo de caminar en la naturaleza. La multitud de recorridos que existen en toda la isla están adaptados y divididos por distancia y por dificultad. En todos los lugares más visitados por turistas se encuentra, antes de entrar en cada recorrido, la información necesaria para saber si el mismo se adapta, o no, a nuestras características. Además, casi todos los caminos son vigilados regularmente para evitar posibles accidentes que pudiesen ocurrir a los caminantes.

Además del trekking, las caminatas y excursiones por la naturaleza, se puede disfrutar de todas las actividades posibles en el mar: desde el remo en kayaks, buceo, pesca, e infinidad de excursiones por todo el litoral, descubriendo una flora y fauna únicas en el mundo.

Lo bueno de este territorio, tan desconocido para el público en general, es su singularidad y su accesibilidad. El viajero que lo visita suele hacerlo de manera privada, utilizando un vehículo alquilado, y desplazándose a sus anchas por toda la isla. Esto es posible debido a la facilidad con la que se puede circular por todo el contorno de la misma, donde apenas hay terreno montañoso, salvo en su zona central y oeste, el cual se encuentra en buenas condiciones y no difiere demasiado de muchos otros países del Norte y centro de Europa.

Aquellos que no disponen de demasiado tiempo, o prefieren centrarse en una sola zona, suelen visitar exclusivamente la costa Este, la cual disfruta de unas temperaturas mucho más agradables en las estaciones de Primavera y Verano, y cuenta con multitud de destinos adaptados a todos lo gustos y circunstancias. Proliferan las playas casi vírgenes, que están a la misma altura en belleza que las más famosas del Pacífico, con la excepción de unas aguas algo más frías.

La costa Oeste y centro de la isla es mucho más salvaje y abrupta. Quienes visitan esta zona encuentran paisajes montañosos y bosques verdes, donde abunda el árbol de Huon, que ha sido durante muchos años el implemento de fabricación de la inmensa mayoría de los barcos que se construían por los reclusos enviados desde el continente europeo. Gran parte de este territorio sólo puede ser visitado en excursiones organizadas por especialistas, ya que carece de accesos por carretera y está prohibido al público en general. Esto ha motivado que todavía se especule con la existencia de animales supuestamente extintos hace mucho tiempo, como el tigre de tasmania, sobre el que existe una muy importante recompensa para aquel que pueda demostrar que todavía sobrevive.

El que a día de hoy todavía puede ser visto, aunque cada vez con bastante más dificultad, es el mundialmente conocido diablo de Tasmania. Este pequeño animal ha pasado de ser el reclamo turístico y una de las señas de identidad de la isla, a convertirse en uno de los quebraderos de cabeza más importantes para los gobernantes, ya que la población está menguando de una manera muy rápida y se teme que, en breve, pueda desaparecer completamente.

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