Esta misma mañana, en una entrevista en directo en IB3 TV, la televisión pública Balear, un colaborador del programa de las mañanas nos preguntaba el porqué no habíamos avisado sobre la posible quiebra inminente de Thomas Cook, ya que afirmamos que se veía venir desde hace mucho tiempo.
El día 20 de Mayo de este mismo año, es decir, hace más de 4 meses, habíamos subido otro artículo a la web titulado «Crisis total en el sector turístico», en el que indicamos (literalmente):
«Tanto TUI, como Thomas Cook, probablemente los más representativos e influyentes, se encuentran en una situación económica especialmente delicada, que podría acabar en pésimas noticias incluso antes de comenzar este mismo Verano».
Que lo sepamos nosotros, y no las autoridades turísticas correspondientes, es realmente preocupante.
Y no será porque no hubo señales de aviso, si tenemos en cuenta la quiebra previa de Monarch, Niki, Air Berlin, o Primera. ¿Y qué medidas de prevención se tomaron tras estos desastres tanto en las Islas Canarias, como en las Baleares, para minimizar el daño que podría acarrear la de Thomas Cook? absolutamente ninguna.
Somos la primera industria turística del Planeta, pero no la controlamos. Los trabajos de cientos de miles de personas, un porcentaje muy alto de nuestro PIB, y el sector más importante del país, al final dependen de si un touroperador británico nos manda sus aviones, o una lowcost irlandesa nos trae a sus pasajeros.
Es como si España fuese un enorme parque de atracciones, con la mejor infraestructura y servicios de todo el mundo, donde se han invertido cantidades ingentes de dinero, pero que depende de la compañía de buses extranjera para que traslade a los clientes.
Ahora todo son reuniones de mucha gente en despachos, con las cámaras delante, todos con cara circunspecta y un folio en blanco delante de su silla, evaluando el impacto económico que la desaparición de Thomas Cook va a tener en nuestro país.
¿Y si se hubiese evaluado antes?, sabiendo el enorme peso que el touroperador británico tiene en el volumen de operaciones que se registran anualmente, no sería muy descabellado el haber elaborado un «Plan B».
Pues ya avisamos el día de hoy, que la tirita que se la ha puesto a Condor, aerolínea en la que todos ponen ahora su fe y esperanza, no va a servir para poder curarla de la enfermedad terminal que padece.
Si el consuelo es que la rama aérea germana de Thomas Cook todavía sigue volando, ese consuelo va a durar más bien poco.
Y que nadie se equivoque: Thomas Cook volverá, con otro nombre, denominación, propietarios, o modelo de negocio, pero aseguramos que nadie va a dejar tirados cientos de aviones, provocando gastos de mantenimiento muy importantes, una bolsa de más de un millón de clientes potenciales, y unos inversores deseosos de gastarse su dinero en el complicado sector turístico.
La cuestión es: ¿vamos a volver a repetir el mismo error y chocar contra la misma piedra?. Muy probablemente, incluso seremos capaces de financiar y subvencionar al nuevo engendro que nos manden, en vez de coger el toro por los cuernos de una vez y cambiar el modelo turístico que rige en nuestro país desde hace muchos lustros.
Ahora, no mañana ni la semana que viene, es el momento perfecto para replantearse la situación y empezar a construir un modelo turístico de verdad, que podamos controlar nosotros mismos y no dependa de empresas ni capitales extranjeros.
El modelo Sol, Playa y Cerveza ha muerto. El que quiera seguir invirtiendo en el, podrá hacer algún dinero durante un tiempo, pero tiene que saber que sus días están contados.
Tenemos lo más difícil de conseguir: muchos millones de turistas al año y un país con una cultura, geografía y potencial de atracción sin comparación en el mundo. Si a pesar de eso, volvemos a insistir en los paquetes Todo Incluido para el turista extranjero, que no dejan más que regueros de vómitos en nuestras calles y más bien poco dinero, el sector agonizará hasta la desaparición total.
Como también ya dijimos en su día, no cabe en la cabeza de nadie que a un turista británico, o alemán, le resulte más económico viajar a Canarias o Baleares, que a un español. Ya lo propusimos hace bastante tiempo: subvenciones para los residentes en las islas que quieran viajar a la Península (esta vez sin inflar descaradamente las tarifas), pero también para los peninsulares que quieran viajar a las islas.
No se gasten ya más dinero en promociones, ferias turísticas y eventos similares. Baleares, Canarias, y un buen número de destinos en España, se venden solos, si el precio es mínimamente coherente.
Enterremos ya a Thomas Cook, intentemos arreglar el desaguisado que deja, y no gastemos ni una lágrima en llorar su pérdida. La gente sigue viajando, con o sin Thomas Cook, y ahora está en nuestra mano el hacer algo, por una vez en la vida, que podamos sostener en el futuro.