Cuando todavía más del 80% de las flotas de aviones comerciales permanecen en tierra, y se prevé que la situación se alargue durante el Verano, algunos ya se han puesto a pensar y planificar el futuro.
Si queremos volver a volar y a viajar con la seguridad de saber que nuestra salud no está en riesgo, va ser necesario que se impongan una serie de normas de obligado cumplimiento para todas las compañías aéreas.
No es de recibo que mientras hace escasas 48 horas subíamos un post señalando las medidas que había tomado Emirates para minimizar las posibilidades de contagio dentro de sus aviones (Emirates marca el camino a seguir), hoy nos encontremos con este titular:
Mientras prevalezcan intereses económicos por encima de los puramente sanitarios, no sólo no superaremos la presente crisis, sino que además corremos el riesgo de agravarla más.
Es muy preocupante que el máximo representante de la aerolínea de bajo coste más importante de Europa, haya declarado públicamente que el distanciamiento social dentro de los aviones le parece «una auténtica estupidez».
O´Leary ha querido dejar claro que los aviones de Ryanair no van a volar con asientos vacíos por precaución sanitaria, salvo que los gobiernos paguen por ellos.
En una entrevista concedida al diario Financial Times, O´Leary ha declarado que: «No podemos hacer dinero si hay un factor de ocupación del 66%. Incluso en el caso de que aceptásemos esta medida, el asiento del medio no garantiza ninguna distancia social, por lo que es una idea estúpida que no lleva a ningún lado».
Ha añadido además que si durante el mes de Julio se comienzan a suavizar las medidas restrictivas actuales, se podría recuperar la actividad habitual de Ryanair en Octubre.
Estas declaraciones chocan frontalmente con las realizadas por Alexandre de Juniac, Director General de IATA, el cual está convencido de que tal y como adelantamos desde Turama hace semanas, lo más seguro es que la medida de separar pasajeros dentro de las cabinas de los aviones, sea una de las que haya que cumplir en el futuro más próximo.
IATA está manteniendo reuniones con los gobiernos de múltiples países, solicitando a los mismos que aprueben las medidas necesarias que puedan generar la suficiente confianza entre los usuarios del transporte aéreo, y evitar con ello que el temor a contagiarse durante un vuelo penalice todavía más al sector.
De Juniac reconoce que no es posible volar aplicando las mismas tarifas de antes de la crisis, si un tercio de la cabina del avión está vacía.
Por esta razón, prevé que el obligado cumplimiento de una norma que obligue al distanciamiento entre pasajeros, signifique en la práctica que los billetes de avión tengan que subir, al menos, un 50%.
Evidentemente, esto va a afectar principalmente a las aerolíneas de bajo coste, que basan su oferta en unas tarifas más económicas, lo cual parece no ser un problema para EasyJet que al contrario de Ryanair, sí se ha mostrado dispuesta a cumplir con esta medida si fuese necesario.
Mientras tanto, en nuestro país ya se ha anunciado una posible recuperación de las operaciones aéreas, que en un principio afectaría exclusivamente a los vuelos entre las Islas y la Península.
Sin embargo, esta medida que podría tomarse como una pequeña victoria en la batalla contra el nuevo Coronavirus, ha levantado enormes suspicacias en las Islas Canarias, las cuales se quieren utilizar como muestra indicativa de una paulatina vuelta a la normalidad.
Por esta razón, esta mañana se presentaba a AENA una pregunta a través del Senado, para conocer con exactitud cuáles serían las medidas a tomar.
El Senador Fernando Clavijo se ha centrando especialmente en cuestionar si los aeropuertos de las Islas Canarias se encuentran en condiciones de comenzar a recibir visitantes foráneos, y si se prevé la implementación de medidas sanitarias adoptadas por una gran mayoría de aeródromos alrededor de todo el mundo.
AENA deberá contestar si se van a instalar cámaras de medición de temperatura, que pueden segmentar a turistas que lleguen a Canarias con fiebre, lo que permitiría aislarlos antes de su salida del aeropuerto.
Estos sistemas monitorizan la temperatura de hasta 50 personas al mismo tiempo, destacando a aquellas cuya temperatura corporal se salga de los índices normales.
Para ello, además del equipo humano necesario para su utilización diaria, es obligatorio habilitar pasillos de dos metros de ancho por tres metros de largo, por los cuales habría que canalizar a todos los viajeros que acabasen de aterrizar.
La toma previa de la temperatura en el momento de acceder a los aeropuertos, la utilización de guantes y mascarillas durante los vuelos, y el control de los pasajeros a su llegada a destino, son medidas que a todas luces parecen ineludibles por parte de cualquier ejecutivo mínimamente responsable.
Puede que el distanciamiento social en los aviones no baste de por sí para garantizar absolutamente nada, tal y como afirma O´Leary, exactamente igual que el mero uso de una mascarilla, o el control de la temperatura corporal, pero todas ellas aplicadas al unísono y en su conjunto, sí pueden llegar a garantizar un mínimo de seguridad a los futuros usuarios del transporte aéreo.