Boeing falsificó documentación para vender un 787 a Air Canada

Dice el refrán que a perro flaco, todo son pulgas, y Boeing estos días está en la boca de muchos especialistas y profesionales del sector aéreo, debido a la enorme crisis que se ha abierto tras los resultados preliminares de las investigaciones que se están llevando a cabo sobre su modelo 737MAX.

Ayer mismo, informábamos sobre una nueva deficiencia detectada en la aeronave, esta vez por la Agencia Europea de Seguridad Aérea, la cual podría llegar a convertirse en un serio obstáculo de cara a poder aprobar la vuelta de este aparato a las flotas de las numerosas compañías aéreas que apostaron por el.

«Nuevo defecto localizado en el 737MAX»

Es más, tal y como están las cosas ahora mismo, tenemos muy serias dudas sobre la viabilidad del 737MAX.

La cuestión es que al constructor norteamericano en este momento no se le perdona ni una, y los medios estadounidenses cada día están encontrando más razones para empezar a sospechar muy seriamente sobre la política de trabajo que se sigue en Boeing.

Por esta razón, la CBC destapaba de nuevo un hecho que ha aumentado notablemente, si cabe, la presión mediática y social sobre Boeing.

Los hechos

Nos tenemos que remontar al año 2014, en el que los primeros 787 «Dreamliner» que se habían entregado a varias compañías aéreas, estaban ya surcando los cielos de medio planeta.

Es totalmente necesario recordar que el 787 también comenzó su andadura después de un enorme escándalo, que en este caso hacía referencia a serias deficiencias detectadas en las baterías que en un principio se instalaban en la parte trasera del aparato.

Casi de manera consecutiva, dos 787 nuevos, pertenecientes a las flotas de JAL y ANA, las compañías aéreas más importantes de Japón, se incendiaban en Enero del 2013, lo que llevaba a la FAA a publicar una resolución urgiendo la revisión inmediata de todos los modelos que se encontraban operativos.

Estos hechos siguen una línea muy similar a lo que está ocurriendo actualmente con el 737MAX.

La situación también provocó una grave crisis en Boeing, que se supo tapar y minimizar con gran maestría, para que la misma no influyese en la venta posterior del Dreamliner a otras compañías.

Sin embargo, Air Canada presentaba una reclamación a Boeing a consecuencia de una avería en uno de sus 787, que había acabado con una importante fuga de combustible.

El aparato apenas llevaba 10 meses en servicio cuando saltó la incidencia, por lo que Air Canada solicitó explicaciones al constructor norteamericano.

Tal y como procede en estos casos, se revisó todo el proceso de fabricación y certificación del aparato afectado, y fue la propia Boeing quien detectó que se habían falsificado los registros del mismo, con el fin de declarar que se habían completado con éxito todas las revisiones previas a la venta, cuando esto no era cierto.

A iniciativa propia, Boeing puso los hechos en conocimiento de la FAA, localizándose a un mecánico y un supervisor como presuntos responsables de la falsificación.

Proceso en duda

A pesar de que se hizo todo lo posible para que este asunto no trascendiese más allá de un nivel puramente técnico y privado, finalmente los hechos se dieron a conocer, por lo que varios organismos mostraron su sorpresa y también preocupación por lo sucedido.

Aunque pudiese parecer lo contrario, una fuga de combustible es un riesgo grave para un avión, si tenemos en cuenta que la temperatura dentro de las turbinas puede alcanzar con facilidad los 700 grados centígrados, lo que podría traducirse en un incendio, o lo que es peor, una explosión.

Por su parte, Air Canada sometió a una revisión interna a todos sus nuevos 787, declarando que no había localizado ninguna otra incidencia con los mismos.

Boeing también calificó este asunto como un caso puntual, intentando restarle importancia.

De todas formas, de no haber surgido la avería en el avión de Air Canada, nunca se habría conocido lo ocurrido, por lo que no es descabellado pensar que, por una parte, podría no ser un hecho meramente puntual, tal y como se informó desde Boeing, y por otra, podría haber más aparatos en las mismas condiciones, que a día de hoy no acabaron desarrollando ninguna avería.

¿Hasta qué punto un mecánico y un supervisor de una cadena de fabricación toman por su cuenta la decisión de falsificar documentos de vital importancia, si no es porque existen intereses económicos y comerciales de por medio?.

Igual que en el caso actual del 737MAX, ¿se está actuando con una deliberada celeridad para poder cumplir con los plazos de entrega, aunque esto conlleve saltarse importantes partes del proceso de fabricación y certificación?.

No sólo es que Boeing esté bajo sospecha ahora mismo, es que incluso creemos que en este momento todavía no ha salido a la luz ni un mínimo porcentaje de lo sucedido.

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