La última pesadilla para Boeing comenzaba el pasado 24 de Agosto, cuando el 787 «Dreamliner» perteneciente a la flota de la compañía United con matrícula N16008, tomaba tierra a media tarde en el aeropuerto de Newark, en Nueva Jersey.
El aparato regresaba a los EEUU desde la ciudad alemana de Frankfurt, y tras 7 horas y 40 minutos de vuelo se decidía realizar una inspección técnica al mismo.
En menos de 24 horas el servicio técnico de United optaba por retirar este avión del servicio activo, avisando a Boeing de la localización de un fallo en el ensamblaje del fuselaje de la parte trasera, que comprometía la integridad de su estructura.
Durante las 72 horas siguientes otros siete aviones pertenecientes a distintas aerolíneas eran retirados para proceder a su inspección, teniendo todos ellos en común que habían sido fabricados durante el pasado 2019.
La FAA norteamericana comunicaba el pasado Lunes que procedía a la apertura de un expediente de investigación para determinar qué estaba ocurriendo con los Boeing 787, y el alcance que el nuevo fallo detectado podría tener en el resto de la flota.
La Administración Federal de Aviación norteamericana (FAA) mantiene en estos momentos una relación especialmente tensa con Boeing, derivada de los hechos que salieron a la luz durante la investigación del caso 737MAX, el cual todavía permanece pendiente de concluir en estos momentos.
Pero los problemas para Boeing se agravan justo cuando las inspecciones técnicas de diversas compañías aéreas deciden rascar sobre la superficie de sus 787 «Dreamliner», dando como resultado la localización de otro importante fallo en el compensador ubicado en el estabilizador horizontal de la aeronave.
De esta manera, el día de ayer era la propia Boeing la que confirmaba el descubrimiento de la nueva deficiencia, la cual se cree puede estar mucho más extendida que la que propició la retirada de los otros ocho aparatos.
De nuevo, otro defecto de fábrica que una vez más podría llevar a la retirada temporal de todos los Boeing 787 actualmente en servicio.
A día de hoy se ha comenzado a notificar a diversas aerolíneas la incidencia, entre las que están compañías que ya se encuentran en una situación muy delicada a consecuencia de la crisis provocada por el nuevo tipo de coronavirus, como Air Europa, Etihad, o Norwegian.
El principal problema radica en que la combinación de ambos defectos limita las cargas dinámicas que puede soportar el aparato, llegando a provocar un envejecimiento prematuro de su estructura.
Sin embargo, también es necesario apuntar que algunas compañías aéreas están utilizando ya este argumento para justificar la anulación de pedidos a Boeing, así como una posterior solicitud de indemnización por parte del constructor norteamericano.
Aunque la FAA se ha mostrado partidaria de la retirada temporal de toda la flota de «Dreamliners», que se calcula en unos 1.000 aparatos repartidos por todo el mundo, de momento se mantiene a la espera de conocer los resultados de las revisiones a las que están siendo sometidos los 8 modelos que permanecen en tierra.
En el mejor de los casos, esta crisis afectaría en exclusiva sólo a las aeronaves construidas durante el 2019, lo que sería el escenario más beneficioso para Boeing.
De todas formas, una vez más queda en entredicho la calidad del sistema de fabricación de Boeing, conocida como QMS por sus siglas en inglés (Quality Manufacturing System), la cual estaba muy tocada desde los dos accidentes sufridos por su modelo 737MAX.
De hecho, fue la propia Boeing la que después del primer siniestro mortal comunicó su decisión de despedir a un total de 450 inspectores durante el 2019, mientras anunciaba la intención de deshacerse de otros 450 en este año.
El motivo argumentado por Boeing fue que el nivel de calidad y seguridad que aportaba su nuevo e innovador modelo de fabricación, construcción, y ensamblaje, realizados bajo la supervisión de programas totalmente robotizados, eliminaban casi por completo el factor «error humano».
Por este motivo, Boeing reclamaba mayor autonomía para poder auto certificar los procesos que lleva a cabo en sus fábricas, y no depender del visto bueno por parte de los servicios reguladores estatales de los EEUU.
Finalmente, Boeing utilizó esa autonomía para acelerar la fabricación y entrega de sus aeronaves, descuidando con ello factores íntimamente relacionados con la seguridad, tal y como declararon ante la FAA diversos empleados de la compañía.
Tras la sucesión de noticias que apuntan a un posible nuevo fiasco, Boeing ha optado por ralentizar las entregas del 787, mientras se gana tiempo para que las dos investigaciones paralelas que se están realizando sobre este modelo puedan revelar más datos.
Mientras tanto, todas las compañías aéreas que cuentan con este modelo en sus flotas se muerden los labios, a la espera de lo que pueda surgir durante las próximas semanas.
El daño irreparable que puede causar Boeing a las aerolínea afectadas, sumado al agravamiento de la crisis actual que se prevé en el sector durante el próximo Invierno, es susceptible de derivar en un caos generalizado de consecuencias insospechadas para el constructor.
El nombre y el prestigio de Boeing están ahora mismo en el aire, al igual que el futuro de muchas compañías aéreas, y todos juntos podrían caer en picado de la mano si se confirman las sospechas que apuntan a una nueva metedura de pata durante la fabricación del 787.
En este post te contamos la larga lista de incidencias sufridas desde el comienzo de su fabriación por el 787 «Dreamliner»: United, Air Canada y Singapore Airlines comparten el mismo problema.