No sabemos el porqué, pero en ocasiones surgen incidencias en distintas compañías aéreas, que dependiendo del nombre de las mismas, se tratan de una manera u otra por parte de la prensa.
Y este es precisamente el caso de la mallorquina Evelop Airlines, que en esta ocasión ha sido la coartada de algunos para poder llenar las páginas de diversos rotativos, en un típico mes de Agosto escaso de noticias.
Lo cierto es que no es la primera vez que ocurre; en su día ya tuvimos que tratar otra incidencia de la aerolínea en un vuelo entre México y España, donde un grupo de pasajeros se las bastó para convencer al resto de que se había declarado un fuego en el avión, lo que al final derivó en una histeria colectiva que obligó a un aterrizaje no programado en el aeropuerto de Cancún, poco después de despegar del mismo.
«El extraño incidente de Evelop en México»
Evidentemente, ni hubo fuego ni nada parecido, pero la magnitud de los hechos alcanzó cotas totalmente increíbles, cuando algunos de los afectados relataban cómo habían visto las llamaradas desde uno de los motores.
La prensa (sobre todo la no especializada), se encargó de hacer el resto.
Pues algo muy parecido acaba de ocurrir hace apenas 24 horas, cuando un aparato perteneciente a la flota de Evelop regresaba a España desde Isla Mauricio, en el océano Indico.
Los hechos
El Airbus A330-300, matrícula EC-MII, había despegado del aeropuerto internacional Sir Seewoosagur Ramgoolam, en Mauricio, operando el vuelo E9-838 con destino en Madrid.
Cuando se llevaban aproximadamente unas 4 horas de vuelo y se estaba sobrevolando la frontera entre Etiopía y Somalia, el avión sufrió un descenso repentino de 300 pies, unos 100 metros, al atravesar una zona de turbulencias severas, conocidas como CAT.
Debido a la fuerte sacudida, 3 miembros de la tripulación y 16 pasajeros necesitaron asistencia médica a la llegada, tras sufrir diversos golpes y cortes al impactar dentro de la cabina.
El aparato tomaba tierra en la capital española a la hora prevista y sin mayor incidencia.
El miedo es libre
Que nadie nos interprete mal: la experiencia sufrida a bordo del avión afectado no es agradable para nadie, ni miembros de la tripulación, ni pasajeros. No vamos a discutir en ningún momento la percepción individual de los hechos ocurridos, los cuales algunos calificarán de especialmente graves, probablemente por falta de conocimientos técnicos.
Como se suele decir: el miedo es libre, y en una situación semejante es normal que surjan escenas de pánico. Lo que no vamos a aceptar, una vez más, es la exageración y tergiversación de los hechos, buscando un relato que realmente no ha ocurrido.
En primer lugar, es necesario aclarar qué son las CAT, de las cuales hemos hablado ya en diversas ocasiones en nuestros posts.
Las Turbulencias en Aire Limpio (Clear Air Turbulence), son especialmente perjudiciales para la aviación general, ya que no es posible detectarlas con los radares meteorológicos instalados en la mayoría de aeronaves.
Al no poder prever con antelación el encontrarse con CAT durante una ruta, no es posible avisar con tiempo suficiente a todos los ocupantes de la cabina, con el fin de que estos ocupen sus asientos y se ajusten los cinturones de seguridad, por lo que es habitual que todos aquellos que no estuviesen haciendo uso de los mismos, acaben resultando afectados de una u otra manera.
En segundo lugar, nos parece muy apropiado recordar lo que indican las instrucciones de seguridad previas al vuelo, que se comunican al pasaje EN LA TOTALIDAD DE COMPAÑÍAS AEREAS QUE CONOCEMOS, indicando la necesidad de llevar siempre el cinturón de seguridad ajustado.
Cada vez hay más pasajeros que creen que un avión es algo así como el bus del colegio, y que en cuanto se apaga la señal correspondiente a los cinturones, se da vía libre para pasear dentro del mismo.
Lo que quiere decir el apagado del aviso de los cinturones de seguridad, es que si lo deseas puedes levantarte de tu asiento, sea para ir al baño o estirar la piernas, lo cual no implica que mientras estés ocupando tu butaca, debas seguir haciendo uso del mismo.
Caída en picado
En este momento tenemos a un avión que está a punto de entrar en una zona de CAT, con pasajeros en su interior que no están haciendo uso de los cinturones de seguridad. Una pésima combinación que acaba mal de forma ineludible.
Otra cosa es el afirmar que el aparato estuvo cayendo 15 segundos «en picado», llegando a perder 300 metros de altura.
Como decíamos anteriormente, la percepción individual que una persona puede tener frente a otra, ante unos mismos hechos, es algo totalmente subjetivo, pero independientemente de esto, hay situaciones que técnica y físicamente son posibles, y otras que no.
Un Airbus A330, así como prácticamente cualquier otro aviación comercial actual, no cae en picado al encontrarse con turbulencias, porque no es ni físicamente ni técnicamente posible.
Cualquier aeronave que esté volando a una velocidad superior a los 500 Km/h, tiene una energía cinética que conserva durante un período de tiempo. Si no fuese así, en los casos en los que aviones han perdido el empuje de sus dos motores, acabarían cayendo en picado al instante, cosa que evidentemente no ocurre.
Para intentar explicarlo, podríamos imaginar a un paracaidista que está a punto de saltar desde un avión en marcha. Dado que ese avión lleva una velocidad en el momento del salto, el paracaidista no cae del mismo en picado, sino que conserva esa energía durante los primeros metros de la caída, para ir perdiéndola progresivamente a medida que sigue perdiendo altura.
Un avión que pierde sustentación a altura y velocidad de crucero, experimenta exactamente el mismo fenómeno. Todos los aparatos vuelan porque están equilibrados, y en caso de no llevar ningún tipo de energía cinética, descienden también de forma equilibrada.
Para poder realizar «un picado», habría que activar los mandos y bajar el morro del aparato. En este caso, y calculando una velocidad media superior a los 500 km/h, mantener esta maniobra durante 15 segundos, que fue el tiempo que duró la incidencia, equivaldría a perder unos 140 metros por segundo, lo que resultaría finalmente en una caída de 2.500 metros.
Además, una maniobra de esas características y a esa velocidad, afectaría muy notablemente a la estructura del avión, que no está construido para soportar este tipo de carga, sufriendo importantes daños estructurales, por no hablar de los perjuicios que se podrían dar dentro de la cabina y a los pasajeros, los cuales tampoco podrían soportar las «g» derivadas de semejante maniobra.
Según la información que se ha hecho pública desde Evelop, las turbulencias provocaron una pérdida de altura de 100 metros, lo cual es total y absolutamente incompatible con un picado de 15 segundos.
Tergiversación mediática
Entendemos perfectamente, y además respetamos muy profundamente, que algunos de los pasajeros afectados hablen de «volver a nacer», de una situación de «extremo riesgo», o de «caídas en picado». Ellos no tienen porqué saber ni cómo funciona un avión, ni qué es una CAT, ni qué puede pasar en caso de atravesarla.
Pero un medio de comunicación nacional, antes de sacar determinados titulares, debería de cerciorarse sobre lo que está escribiendo, ya que sí tiene la responsabilidad efectiva de contar la verdad de lo ocurrido (o al menos intentarlo).
Sabemos que estamos en Verano, un mes realmente anodino, ya que en este país básicamente se habla de política y todos nuestros políticos están de vacaciones, por lo que sólo queda sacar noticias sobre fútbol y poca cosa más.
Una caída «en picado» de un avión comercial es algo que puede proporcionar multitud de clicks en la publicación, o más ejemplares en papel vendidos, pero se está haciendo un flaco favor a la verdad y a la profesionalidad, además de seguir alimentando miedos infundados en lectores que ya son de por sí propensos a ellos.
Además, nos extraña mucho que estas situaciones siempre se den con determinadas aerolíneas, cuando hay otras de mucho mayor renombre que sufren incidencias bastante más serias, donde la seguridad del avión y de sus ocupantes sí se pone en riesgo, y apenas son tratadas en los medios, o se comentan casi como pequeñas anécdotas.
Por último, sólo apuntar que en muy poco tiempo comprobaremos si esta tergiversación interesada es fruto exclusivamente de una temporada estival falta de titulares, o existen otro tipo de intereses más materiales por parte de algunos afectados