En Julio del 2017 publicábamos un post titulado «¿Se aproxima grave accidente aéreo en Europa?», (donde habíamos elegido como portada una foto correspondiente a un accidente de Lion Air) el cual fue fuertemente criticado por alarmista y supuestamente carente de objetividad.
En el mismo, analizábamos la situación aérea en aquel momento, anunciando la gravísima crisis en la que estaba envuelta Air Berlin, que acabó declarándose en quiebra un mes después, los conflictos laborales subyacentes en Air France, que estuvieron a punto de hacer desaparecer a la compañía este mismo año, los problemas informáticos de British Airways, que finalmente se tradujeron en robos masivos de datos de las tarjetas de crédito de sus clientes, así como otros asuntos de interés.
Por otro lado, también hacíamos mención a los problemas generados por el excesivo interés por ganar dinero de la manera más rápida posible, y su influencia en la creación de situaciones que podrían derivar en un accidente aéreo de gravedad.
A pesar de que el durante todo el 2017 no hubo que lamentar ni una sola víctima mortal derivada de un siniestro de un jet comercial, no quiere decir que no hubiese ocasión para ello, ya que las incidencias de carácter muy grave fueron varias.
Tan solo 6 meses después de la publicación de aquel artículo, un avión ruso se estrellaba en las proximidades de Moscú, cobrándose la vida de sus 77 ocupantes.
Este avión ya había provocado múltiples problemas durante sus pruebas, antes de ser comercializado, protagonizando otro accidente mortal que también había acabado con la vida de los pilotos y mecánicos que se encontraban realizando diversos tests en el mismo.
Además, había sido devuelto por otra aerolínea, ante las constantes averías que presentaba, calificándose de «inaceptable» en términos de seguridad (palabras textuales). Hoy en día, este modelo sigue volando con normalidad. «El avión siniestrado en Rusia no era seguro».
Sin embargo, todas las alarmas han saltado durante este año. Los últimos y más sofisticados modelos de avión, pertenecientes a los gigantes Boeing y Airbus, han provocado accidentes mortales y situaciones de verdadero riesgo, lo que nos obliga a repasar qué es lo que ha ocurrido para que el panorama en la seguridad aérea haya cambiado de manera tan radical en apenas unos meses.
Sólo una cuestión de suerte
En primer lugar, hay que decir una vez más que durante el 2017 hubo mucha suerte.
Ya hemos hablado en múltiples ocasiones de uno de los incidentes más graves registrados durante el Verano del pasado año, que estuvo a punto de convertirse en el desastre aéreo más grande de la historia.
«El peor desastre aéreo de la historia».
A día de hoy, sabemos que el cansancio de ambos pilotos fue el detonante de la situación vivida en el aeropuerto de San Francisco, y también que lo que podría denominarse un auténtico «milagro» en el último suspiro, evitó que un avión se estrellase contra otros cuatro que estaban esperando su turno para despegar.
Durante el 2018 no hemos tenido tanta suerte, y los problemas que ya se habían generado mucho antes, han terminado por explotar en la cara de muchos.
El fiasco de los nuevos modelos
Sin duda alguna, el gran fiasco para todos ha sido el Boeing 787 «Dreamliner», el cual ha protagonizado innumerables incidencias, incluso previas a su comercialización masiva.
Mucho antes de que varias aerolíneas sufriesen la parada de uno de sus dos motores en pleno vuelo, lo que acabó resultando en un problema grave de diseño en la serie «C» del modelo Trent 1000 de Rolls Royce, este avión había provocado, por primera vez en la historia, el cese de las operaciones de todas sus unidades, cuando sólo se habían entregado 15 de ellas.
Esta decisión se tomó después de dos aterrizajes de emergencia casi consecutivos, ambos derivados de la misma causa: un incendio en una de las baterías que monta el «Dreamliner».
Después de resuelto el gravísimo fallo de diseño, que a día de hoy muchos siguen calificando como una «chapuza», surgieron también incidencias derivadas de la supuesta bajada en el estándar de calidad exigible a la construcción de la cabina, en la cual se están utilizando materiales con el menor peso posible, con el fin de lograr un mayor ahorro de combustible durante el vuelo.
Por si esto no fuera ya suficiente, ahora también sabemos que hay otra serie de motores que pueden estar afectados por el mismo fallo de diseño, en concreto la serie «B» del mismo modelo, y que muy probablemente esto va a derivar en otro parón generalizado para poder realizar las revisiones oportunas.
Las consecuencias que este asunto han traído para Rolls Royce han sido la necesidad de despedir a más del 10% de su plantilla, y retrasos incalculables en la entrega de próximas unidades.
Sin embargo, una de las mayores controversias del sector se ha dado estos días, después del accidente mortal sufrido por un Boeing 737 MAX con apenas dos meses de vida operativa.
Se trata de otro modelo que también estuvo envuelto en la polémica cuando comenzó a implantarse en diversas flotas de todo el mundo. La aerolínea de bajo coste Norwegian fue una de las más afectadas.
Después de hacerse públicos los últimos datos relativos al siniestro, hoy parece confirmarse que el avión se encontraba en perfecto estado, pero una mala lectura de datos por parte del sensor que lee el ángulo de ataque del mismo, hizo que se activase el protocolo de emergencia, lanzando al aparato en un picado que finalmente provocó que se estrellase en el mar.
Todas las miradas se han dirigido a Boeing, y la empresa, muy cuestionada desde su fusión con McDonell Douglas, ha respondido recordando las medidas necesarias a adoptar en caso de una lectura incorrecta de los parámetros de vuelo, como la sucedida en el accidente de Lion Air.
Esta respuesta ha sido muy fuertemente criticada desde varios sindicatos de pilotos en los EEUU, los cuales afirman que en ningún momento fueron informados del riesgo que existía en este tipo de casos, y que tampoco se hacía mención al mismo ni en los manuales del avión, ni en el entrenamiento que se estaba dando a sus pilotos.
Una situación realmente preocupante tanto para las compañías aéreas que ya cuentan con este modelo en su flota, como para muchas otras que lo esperan recibir en breve.
Pero Airbus tampoco se libra de la polémica. Después de los múltiples problemas surgidos tras las primeras entregas de la familia 320NEO, que acabaron con todos los aviones en tierra y a la espera de una revisión técnica de sus motores, ahora también se teme que ocurra algo parecido con el novísimo A350, la joya de la corona aérea.
Iberia ya ha tenido que lidiar con dos incidentes graves en pleno vuelo, con un modelo que, al igual que en los otros casos comentados, apenas contaba con un par de meses de vida operativa.
Sin embargo, el secretismo que hay alrededor del A350 ha evitado que saliese a la luz que este modelo, desde su implantación progresiva en las flotas de muchas compañías aéreas de todo el mundo, tiene registrados más de una treintena de incidentes.
Aerolíneas del calibre de Qatar, Singapore Airlines, Thai, o Cathay, también saben lo que es inventariar averías en pleno vuelo en alguno de sus recién estrenados Airbus A350.
Prisas y ahorro de gastos
Las compañías aéreas buscan por todos los medios la manera de ahorrar costes, y con ello poder ofertar tarifas más bajas que la competencia.
Esto ha llevado a pedidos masivos de aviones nuevos, los cuales prometen ser más eficientes.
Los 4 motores se han descartado definitivamente. El Airbus A380, el avión comercial de pasajeros más grande del mundo, subsiste sólo gracias a una compañía aérea: Emirates.
El Airbus A340 está desapareciendo progresivamente de todas las flotas, y el Boeing 747 es hoy en día casi una reliquia.
Se busca el menor peso en vuelo, la mayor eficiencia de los motores y el menor número de gastos posibles, en todos y cada uno de los departamentos y secciones de los que consta cada aerolínea.
Los dos grandes constructores, Airbus y Boeing, no acaban de cumplir los plazos de entrega, ya que los pedidos se les van acumulando de manera progresiva, e intentan agilizar la salida de unidades de las que se empieza a dudar muy seriamente en términos técnicos.
A Boeing le fue descubierto un escrito por el cual apresuraba a la empresa subsidiaria en Italia encargada de la construcción de la cabina principal del «Dreamliner», a hacer todo lo que estuviese en su mano para entregar las unidades solicitadas dentro de los plazos estipulados, aunque ello pudiese suponer una reducción en los estándares de calidad.
Esto nos lleva a pensar que las prisas no son buenas cuando se están fabricando aparatos destinados al transporte aéreo de pasajeros, y que muchos ya estamos empezando a reflexionar que quizás, en algunos casos, se está optando por cumplir el contrato primero, y asumir las consecuencias de los fallos que puedan venir después.