Durante el pasado mes de Agosto se desató una fuerte polémica en las redes sociales, cuando un conocido mecánico de automóviles denunció lo que él entendió como un «extraño ruido» en el Airbus A320 con el que volaba desde Madrid a la isla de Menorca.
A pesar de lo llamativo e incluso molesto que puede resultar el sonido en cuestión, se trata de algo totalmente normal en este tipo de modelo de aeronave, que utiliza un sistema para transferir presión hidráulica conocido como PTU (Power Transfer Unit).
De hecho, cuando este sistema entra en funcionamiento, dentro del sector se ha apodado al ruido que produce como «el serrucho», aunque en otros países se refieren a el como «el perro ladrador».
Lo cierto es que no implicaba ningún tipo de riesgo para los ocupantes de la cabina, pero la desconfianza que se generó en el pasaje cuando esta persona comenzó a poner en tela de juicio el correcto estado del aparato, ha provocado una importante discusión.
Lamentablemente, este tipo de incidencias se han comenzado a multiplicar desde hace algunos años, y siempre están protagonizadas por algún pasajero que cree escuchar o ver algo extraño en el avión, dando la voz de alarma y causando un efecto de bola de nieve entre el resto de ocupantes de la cabina.
Uno de los casos más escandalosos que hemos tratado detenidamente desde Turama, se producía en 2017, poco después de que un avión de la aerolínea Evelop despegase desde el aeropuerto de Cancún, en México.
Una pasajera que viajaba en el Airbus A330 de Evelop creyó ver fuego saliendo de uno de los motores, por lo que comenzó a gritar de manera desesperada, causando un caos de tales dimensiones que la tripulación se vio obligada a regresar al aeropuerto de Cancún.
Tras aterrizar sin mayor problema, los técnicos que revisaron la turbina en cuestión no pudieron localizar ninguna anomalía, por lo que todo apunta a que la pasajera que dio la voz de alarma probablemente se confundió en el momento de identificar lo que ella pensaba que era fuego.
A pesar de todas las aclaraciones que se hicieron a los pasajeros, un número muy significativo de ellos se negó a volver a embarcar, convencidos de que el avión no se encontraba en situación de volar.
Puedes leer lo ocurrido haciendo click en el siguiente link: El extraño incidente de Evelop en México.
Actualmente, se ha desatado una auténtica fiebre de incidencias similares. sobre todo en los EEUU, donde diversos expertos afirman que algunos pasajeros se divierten hackeando los altavoces de los aviones en los que viajan, subiendo sonidos de diversa índole que van desde extraños gemidos, hasta personas vomitando.
Lo que para unos parece que se ha convertido en una gran diversión, para otros se trata de una incidencia que afecta directamente a su comodidad a la hora de viajar en avión, llegando a causar ataques de ansiedad a los pasajeros más nerviosos.
La situación ha llegado a tal extremo, que incluso se está hablando de «aviones encantados», lo que se traduce en la aparición repentina de un auténtico filón de historias en las que se mezclan supuestos espíritus de pasajeros fallecidos, con averías imaginarias e incidencias mecánicas que ponen en peligro la integridad física de los ocupantes del aparato.
El último en denunciar públicamente lo que está ocurriendo, fue este pasajero de American Airlines, el cual grababa la semana pasada los extraños sonidos que se escucharon durante su vuelo, que obligaron a intervenir a los tripulantes de cabina.
Como era de esperar, otros internautas han querido sumarse a esta nueva moda, afirmando también haber escuchado extraños ruidos y sonidos en sus respectivos vuelos.
Lo que en un principio puede parecer algo incluso divertido, sin embargo es susceptible de acabar muy fácilmente en una incidencia de gravedad, como vimos en el caso del avión de la compañía Evelop.
Pasajeros que carecen de la formación técnica necesaria, denunciando todo tipo de sonidos y supuestas averías en un avión, incluso discutiendo y negando las explicaciones que reciben por parte de los empleados de la aerolínea, son una bomba de relojería dentro de una aeronave comercial, con capacidad de explotar en cualquier momento.
El efecto de pánico y terror se contagia en apenas unos pocos segundos, y posteriormente es muy complicado calmar a todo el mundo y proseguir el vuelo con normalidad.
Si en algún momento llegas a vivir una situación similar y te surgen dudas, pregunta siempre de manera directa a los auxiliares de vuelo, y no hagas caso a los comentarios que puedas escuchar provenientes de otros pasajeros que carecen de los conocimientos y la formación técnica necesaria para hacer juicios de valor.
Provocar, o ayudar de alguna manera a extender una situación de pánico generalizado dentro de un avión comercial, puede llevar al arresto de los implicados y a la incoación de diligencias penales, dependiendo de la gravedad de los hechos.
Bromear sobre la existencia de una bomba, inventarse una incidencia mecánica, o alterar de algún modo el normal discurrir de un vuelo, es muy probable que acabe con tus huesos en la cárcel, así que si eres un bromista empedernido, o un «influencer» con ganas de generar polémica, es mucho mejor que evites estas situaciones y te abstengas de arruinar el viaje al resto de pasajeros.