Reclama indemnización a aerolínea tras sufrir turbulencias durante un vuelo

La pasajera afectada se fracturó un tobillo.

Ryanair no reconoce ningún tipo de negligencia por su parte.

Como bien sabemos en este país, el turismo es un sector en el que las demandas más inverosímiles acaban convirtiéndose en el pan nuestro de cada día.

Hubo una época no muy lejana en la que se recibían toneladas de reclamaciones porque los viajeros no habían disfrutado de buen tiempo durante sus vacaciones.

Esto obligó a redactar un disclaimer en los contratos de viajes combinados, resaltando lo que a todas luces parecía obvio, pero no lo era tanto para algunos: la meteorología (buena o mala) no se puede garantizar en ningún destino turístico del planeta.

Eliminada la posibilidad de quejarse por la lluvia, los listillos de turno idearon otra manera de conseguir dinero de manera fácil y amortizar con ello el coste de sus viajes, que consistía en simular intoxicaciones alimentarias en los hoteles.

El «timo de la gastroenteritis» se puso de moda en el Reino Unido, y desde allí cientos de abogados chantajeaban a las cadenas hoteleras españolas sin la necesidad legal de aportar ni una sola prueba de lo sucedido.

Titular sobre el timo de la diarrea en Baleares

Hasta que se pudo controlar esta tendencia, sólo en las Islas Baleares el sector hotelero declaró pérdidas superiores a los 50 millones de euros.

Lo último de lo último llegó en 2018, cuando una turista británica reclamó una compensación económica a su agencia de viajes porque «había demasiados españoles en su hotel».

La mujer se alojaba en un establecimiento de Benidorm, ubicado en la Comunidad Autónoma de Valencia, España.

Turista británica se queda de demasiados españoles en Benidorm

Por su parte, las compañías aéreas tampoco se libran de este tipo de incidencias, y la última en verse involucrada en una de ellas ha sido la irlandesa Ryanair.

Una turista australiana de 72 años ha demandado a la lowcost tras sufrir la rotura del tobillo durante un vuelo entre la ciudad italiana de Pisa y la capital de Bélgica, suceso ocurrido allá por 2015.

Los abogados de la afectada consideran que Ryanair es la culpable de lo sucedido, al no alertar a sus pasajeros sobre la existencia de turbulencias durante el trayecto.

Además, la demandante afirma que tras el golpe sufrido dentro de la cabina del Boeing 737 de Ryanair, ahora sufre de estrés postraumático, el cual le dificulta enormemente subirse a un avión.

Esta es la razón por la cual Lynette Peucker se niega a trasladarse hasta Europa para ser reconocida por peritos forenses propuestos por la aerolínea, y ha solicitado que todo el proceso judicial se siga a través de video conferencia.

De momento, el Juez titular de la Corte australiana que ha admitido esta demanda, defiende la postura de la pasajera, indicando que debido a su edad y a la fobia a volar que ha desarrollado, no recomienda que sea trasladada a Irlanda para tomarle declaración.

El abogado designado por Ryanair, Peter Lennon, mantiene la postura contraria y no admite la posibilidad de que se celebre el juicio de manera telemática.

Independientemente de lo que se decida al respecto, ambas partes reconocen que Lynette Peucker volaba en el avión de Ryanair que cubría la ruta entre Pisa y Bruselas.

En un momento dado, se levantó de su asiento para hacer uso del baño, cuando una turbulencia sacudió la cabina del aparato provocando su caída al suelo.

La pasajera fue auxiliada por los tripulantes de cabina de Ryanair, y posteriormente trasladada a un centro hospitalario. Una vez de regreso en su país, tuvo que ser intervenida para reducir la fractura sufrida en un tobillo.

Lynette indica que cuando se levantó no se había comunicado ningún aviso por la presencia de turbulencias, y la señal correspondiente a la utilización del cinturón de seguridad estaba apagada.

Señal de cinturón de seguridad en un avión

Los abogados de Lynette consideran que la negligencia por parte de Ryanair al no advertir al pasaje provocó el accidente de su defendida, por lo que reclaman la correspondiente compensación económica a la aerolínea.

Por nuestra parte, no acabamos de ver dónde está la supuesta «negligencia» de la que se acusa a la lowcost, ya que las turbulencias en vuelo no son visibles ni predecibles en muchos casos.

Lo que si nos tememos es que si este asunto llega a prosperar, en el futuro tendremos que volar con la señal que obliga a permanecer con el cinturón de seguridad durante todo el trayecto, y todo aquel que ose levantarse de su asiento lo hará asumiendo las consecuencias que pudiesen surgir.

Quizás, a partir de ese momento y antes de subirnos a un avión, tendremos que confirmar que somos conscientes de que durante un vuelo pueden surgir turbulencias inesperadas, las cuales no son achacables a una negligencia por parte de la aerolínea.

Si Lynette se sale con la suya (lo cual no es descartable) quedaría abierta una nueva caja de Pandora, de la que podría salir cualquier cosa.

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