Tal y como refleja hoy mismo el diario Lancanshire Telegraph, Freda Jackson, turista inglesa de 81 años, ha puesto una reclamación contra el touroperador con el que contrató unos días de vacaciones en Benidorm, Thomas Cook, por lo que ella considera como «dos semanas de pesadilla».
Las quejas de la señora Jackson, en principio, hacen referencia a la localización que tuvo en el hotel acordado, Poseidón Playa, ya que al parecer ella precisaba una habitación en la planta baja por sus problemas de movilidad, que supuestamente no se pudo satisfacer en un principio, pero que finalmente se resolvió reubicándola desde el piso 14 al 2.
Por otro lado, también comenta que ella necesitaba un lugar lo más plano posible, pero que el hotel se encontraba en una ladera.
Además, hace referencia a un cambio en las fechas del viaje, que ella considera fue notificado en el último momento.
Hasta aquí, podríamos estar delante de cualquiera de los muchísimos casos de este tipo que ocurren a lo largo y ancho del planeta, cuando un viajero considera que la agencia con la que contrató sus vacaciones no ha cumplido con lo pactado, pero es justo en este momento cuando se suman a la denuncia una serie de acusaciones que a muchos nos han dejado con la boca abierta.
Para empezar, la señora Jackson afirma que «mi amiga y yo nos hemos pagado el viaje sacando el dinero de nuestras propias pensiones. Fue muy complicado ahorrar durante 12 meses, y finalmente las vacaciones fueron una ruina. A mi regreso, lloré».
Nada que decir a esto, ya que es un caso similar al de muchos pensionistas españoles que ahorran lo que pueden para poder seguir viajando. También tenemos que recordar que la señora Jackson y su amiga pagaron un total de 1.268 euros (1.133 libras) a Thomas Cook por su viaje a Benidorm (se nota que en el Reino Unido, de momento, no hay Turama).
Sin embargo, lo que más nos ha llamado la atención fueron las declaraciones que siguen en su denuncia. Según ella «una de las cosas que más me disgustó fue la mala educación de los españoles y la falta de entretenimiento dirigida al público inglés».
Continúa afirmando que «el hotel estaba lleno de españoles y realmente llegaron a ponerme de los nervios por su mala educación. Una noche, un español casi me tira al suelo, y se fue sin ni siquiera pedir perdón. Todo el entretenimiento estaba dirigido a los españoles, ¿por qué no se pueden ir a pasar sus vacaciones a otro sitio?».
La señora Jackson ha solicitado a Thomas Cook la devolución íntegra de lo abonado por sus vacaciones, u otra compensación en forma de un viaje gratis a otro destino.
En un primer momento, el touroperador inglés consideró ofrecerle un voucher por valor de 75 libras, por las molestias que el cambio de horarios podría haberle causado. Desde el instante en el que este asunto ha saltado a los medios de comunicación, la oferta ya ha subido hasta las 566 libras, y hasta ahora sigue sin ser aceptada.
Thomas Cook ha dejado claro que considera compensar a su cliente por todas las molestias causadas, no porque «hubiese muchos españoles en el hotel».
Con todo el respeto que esta señora merece, no nos extraña ahora el porqué de la lluvia de falsas denuncias que han tenido que sufrir cientos de hoteles españoles por falsas intoxicaciones de turistas ingleses, las cuales ya se han visto muy reducidas gracias a las investigaciones realizadas y a las quejas de los hosteleros, los cuales veían cómo con una total impunidad se les presentaban reclamaciones mucho tiempo después de haber pernoctado en el hotel en cuestión, sin ningún tipo de prueba.
La cuestión es que gracias al funcionamiento del sistema judicial en el Reino Unido, se estaba procediendo a indemnizar a todos estos falsos perjudicados antes de llegar a un proceso en el que poco se podía hacer por parte de los hoteles denunciados.
Dado que ahora la intoxicación ya no es tan rentable, llegan nuevas maneras de estafar por parte de estos turistas, los cuales no tienen el mayor rubor en presentar las quejas más absurdas, como el hecho de que existan ciudadanos españoles en un hotel español que está ubicado en España.
Independientemente de que por cuestiones de ocupación haya determinados establecimientos que puedan adaptarse a ciertas nacionalidades, lo cierto es que no deja de ser especialmente irritante que alguien demande esto como una supuesta obligación.
Dado que estamos hablando de una persona de edad avanzada, la cual creemos merece cierto respeto aún después de haber leído sus quejas, intentaremos mordernos la lengua y no soltar todo lo que está pasando por nuestras cabezas en este preciso instante.
En cuanto a problemas de educación, siendo inglesa y veraneando en Benidorm, es muy probable que no haya podido salir a la calle, porque de lo contrario hubiese visto a las hordas de compatriotas suyos que campan a sus anchas por la ciudad. Con suerte, algunos incluso van vestidos.
Por supuesto, no hace falta ni que sea de noche para encontrarse con hijos de la Gran Bretaña vomitando hasta su primera papilla en cualquier calle de la ciudad alicantina, cosa que curiosamente no suele pasar entre los turistas nacionales.
Viajar a un país extranjero tiene el peligro de tener que encontrarse con sus habitantes. Entendemos que para cualquier inglés, que con cierta dificultad sólo saben hablar su idioma, esto supone un reto a mayores, razón por la cual suelen mantenerse en sus guetos privados bebiendo cerveza, viendo fútbol y cantando sus canciones poniendo esa voz de macho que los caracteriza (para compensar, probablemente).
Es decir, salen de su país para hacer exactamente lo mismo que harían en el, con la única diferencia de que probablemente haga más sol y las temperaturas sean más altas en España.
No vamos a poder aspirar nunca a poder ver a estos guiris caminar en sus sandalias sin tener que utilizar calcetines, sus espaldas presentando quemaduras de tercer grado, sus desayunos con habas, chorizos y bacon, o incluso que se pudiesen mantener medianamente serenos hasta las 17:00, pero sí nos gustaría que asumiesen que en España hay españoles y si hablamos de educación, es mucho mejor que no entren en la conversación.
El turismo lowcost británico es lo peor que le puede pasar a cualquier población que lo sufra.
Eso sí, estamos totalmente de acuerdo con la señora Jackson en algo: a nosotros también nos parece que hay demasiados ingleses en Inglaterra, de hecho, el país sería muchísimo más habitable si se fuesen la gran mayoría a otro sitio y dejasen colocado un gran tejado sobre el mismo.
Nos duele especialmente que haya hoteles españoles que se tengan que ver involucrados en asuntos como este, teniendo que aguantar a probablemente los mayores impresentables de toda Europa, con sus saltos de balcón, fiestas nocturnas y costumbres barriobajeras.
Estamos realmente cansados de los insultos que llegan de manera constante desde Inglaterra, haciendo alusión a la mala educación española, razón por la que en su día nosotros mismos enviamos a The Times un escrito contestando a otra «perla» que habían publicado sobre esto. Puedes leerla en este enlace: Carta abierta a The Times.
Que un inglés nos quiera enseñar educación, es como que un cojo nos quiera enseñar a correr, o como que Jamie Oliver nos quiera enseñar a hacer una paella.
Señora Jackson, lamentamos de corazón los pésimos días que ha pasado en nuestro país. Le recomendamos que para ocasiones venideras, considere reservar su hotel en un lugar donde tenga a más compatriotas suyos. Estamos seguros de que después de unos días, podrá apreciar la diferencia.
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