Dicen que el que avisa, no es traidor, y en nuestro artículo de fecha 31 de Julio del año 2017 ya lo advertíamos muy claramente: en los próximos años, los casos relativos a «fume events», que es como se denominan las incidencias en las que humo y vapores tóxicos se filtran dentro de la cabina de un avión, serán una constante diaria en el sector aéreo comercial.
Si no lo hiciste en su día, puedes leer el post en el siguiente enlace: El verdadero riesgo de volar.
De hecho, unos pocos días antes de subir este artículo, también habíamos advertido sobre el alarmante número de casos que estaba registrando la compañía aérea alemana Lufthansa: Lufthansa huele raro.
Debemos recordar que en el año 2017, todavía la inmensa mayoría de aerolíneas se negaban a reconocer la existencia de este tipo de incidencias, las cuales o nunca llegaban a explicar, o atribuían a otro tipo de causas.
Actualmente, las evidencias son tan sumamente abrumadoras, que nadie puede ya negar el problema que existe con la filtración de humo y vapores tóxicos dentro de las cabinas de los aviones, aunque todavía se quiera disimular por parte de muchas compañías.
Es raro el día en el que no se produce, como mínimo, un caso de humo dentro de la cabina de un avión comercial, que generalmente obliga al aterrizaje inmediato del mismo, con las graves consecuencias que esto supone, tanto para los pasajeros, como para la propia aerolínea.
Por otro lado, no debemos de olvidar las posibles consecuencias que podría tener para la salud el respirar este tipo de humo, en el que se suele condensar un cocktail de productos químicos muy variopintos.
British Airways
El primero de los incidentes a los que queremos hacer referencia, corresponde a la aerolínea bandera del Reino Unido: British Airways.
El pasado 5 de Agosto, el Airbus A321-200, matrícula G-MEDN, tomaba tierra en el aeropuerto de Manises con la cabina completamente inundada en humo.
La tripulación declaró Mayday por un posible fuego a bordo, y se activaron todos los servicios de emergencia sobre la pista.
3 pasajeros tuvieron que ser trasladados hasta un hospital cercano para valorar su situación médica, después de haber permanecido expuestos durante más de 25 minutos a los vapores y humo antes comentados.
Iberia
El segundo de esta trilogía de incidentes corresponde a la compañía Iberia, y ocurrió el pasado 8 de Septiembre en al aeropuerto de Barajas.
El avión implicado, un Airbus A319 que había despegado alrededor de las 22:00 horas con destino a Santander, tuvo que regresar poco después a Madrid, ya que igual que en el caso anterior, se detectó humo en el interior de la cabina.
Iberia trató de quitar hierro al asunto, justificando lo ocurrido por una colisión contra aves en el momento del despegue, y argumentando que se mantuvo la seguridad «a pesar del humo que este tipo de impactos provoca».
No se han justificado ningún tipo de daños en el avión, mucho menos en uno de sus motores, por lo que con la información que tenemos en este momento, y considerando que la tripulación en ningún caso comunicó ninguna incidencia sobre un posible impacto o ingesta de aves, ni el mal funcionamiento de ninguno de los motores, todo parece apuntar a un nuevo incidente fume event.
Vueling
El tercero y último susto (hasta ahora) fue el provocado por un Airbus A320 de la compañía Vueling, matrícula EC-NCU, el pasado 13 de Septiembre en el aeropuerto de El Prat.
Los últimos 25 minutos del trayecto desde Málaga, se vivieron envueltos en humo dentro de la cabina.
La tripulación solicitó prioridad para el aterrizaje, y una vez se tomó tierra, se procedió a la evacuación de todo el pasaje a través de las rampas de emergencia.
Una incidencia prácticamente idéntica a la que se sufrió a bordo del aparato de British Airways.
Fume Events
Como comentábamos al comienzo, este tipo de incidencias se han convertido en el día a día de la avión comercial.
Afortunadamente, actualmente se cuenta con un buen número de estudios y documentación relativa a la presencia de humo y vapores dentro de la cabina de los aviones.
La dificultad para las aerolíneas radica en que, en algunas ocasiones, una vez la aeronave está en tierra no es posible volver a repetir la incidencia, por lo que no hay manera de localizar su origen y, por ello, de arreglarla o evitar que se vuelva a reproducir.
Se sabe que el humo que inunda la cabina proviene de la combustión de diversos elementos químicos dentro del motor. Por causas muy diversas y que no podemos llegar a cubrir en un solo artículo, los vapores llegan a entrar en las conducciones de sangrado de aire que alimentan la cabina, pudiendo inundar completamente esta, como acabamos de ver.
En la práctica totalidad de los casos no existe llama ni fuego, ni ningún elemento que se esté quemando. Tal y como describió uno de los pasajeros afectados en el avión de British Airways, la sensación es similar a la de estar en una pista de baile, «en la que comienza a salir humo por todos lados».
De hecho, en el incidente de British Airways, la CIAIAC acaba de confirmar, a la espera del informe definitivo, que en ningún momento hubo fuego a bordo del avión, y sí se ha constatado que el motor derecho del mismo había perdido todo el aceite.
Otro problema importante es que, ante la duda de saber si realmente existe algún foco de fuego, o se trata de un fume event, se tiene que evitar la activación de las mascarillas de oxígeno, ya que de existir llama, la situación podría complicarse muchísimo más, pudiendo llegar a producirse una explosión.
Por esta razón, las tripulaciones sí pueden protegerse con las máscaras que están a su disposición para este tipo de casos, pero los pasajeros quedan expuestos y respirando los vapores. En el caso del avión de Vueling, se llegaron a repartir toallitas húmedas para aplicar sobre el rostro, a modo de barrera contra una posible intoxicación.
A pesar de que algunas aerolíneas, y sobre todo las grandes constructoras de aviones, todavía se niegan a reconocer la existencia de los fume events, y las consecuencias funestas que podrían acarrear en caso de una exposición prolongada a los mismos, tanto Boeing como Airbus ya han comenzado a dotar sus aparatos con sistemas independientes de suministro y filtro de aire dentro de la cabina, con el fin de minimizar el riesgo de una filtración procedente de los motores.
Evacuaciones muy preocupantes
Si bien es cierto que en ninguno de estos 3 casos hubo que lamentar daños de relevancia, con la excepción de los pasajeros que tuvieron que ser trasladados a un hospital de Valencia, lo que ha quedado en evidencia es que tanto en el caso de British, como en el de Vueling, las evacuaciones que se realizaron distan mucho de los estándares de seguridad recomendados por los organismos internacionales competentes.
Se ha estipulado una media de 90 segundos para el desalojo total de una aeronave con capacidad superior a los 44 asientos, lo cual no se ha cumplido, ni de lejos, en ninguno de los dos incidentes.
Para empezar, la puerta del avión de British tardó en abrirse alrededor de 10 minutos, por un problema que todavía no se ha explicado. En caso de una emergencia real por fuego (como el siniestro ocurrido en Moscú a principios de año), hubiese sido realmente difícil que ninguno de los ocupantes del aparato pudiese abandonar el mismo a tiempo.
En el caso de Vueling y en el momento de desplegar las rampas de emergencia, la correspondiente a la parte delantera quedó inutilizada por el viento, por lo cual los pasajeros sólo pudieron hacer uso de la trasera, ralentizando muy notablemente todo el proceso.
Sólo hasta el momento en el que se pudo evacuar la aeronave por ambas rampas, no fue posible conseguir un flujo suficiente de pasajeros descendiendo del aparato, en una maniobra de evacuación que se dilató durante muchos minutos.
Por otra parte, en los 3 casos comentados la queja más común de todos los afectados es la falta de información y atención por parte de las aerolíneas.
En el incidente de British Airways, 10 minutos antes de tomar tierra en Valencia se dejaron las comunicaciones internas con el pasaje, con el correspondiente desconcierto por parte de este.
En el caso de Vueling, el problema se manifestó 25 minutos antes del aterrizaje, lo que supuso tener que volar en una cabina prácticamente a oscuras, repleta de humo, y sin saber qué estaba ocurriendo.
Responsabilidad de los pasajeros
Pero no sólo existe una responsabilidad implícita por parte de las compañías aéreas y sus tripulaciones, ya que una vez más hemos tenido que ver flagrantes irresponsabilidades cometidas por los pasajeros.
En primer lugar, nos llama la atención, y al mismo tiempo nos preocupa muy profundamente, el haber recibido mensajes indicando que algunos afectados tenían previsto tomar medidas legales contra las aerolíneas porque, según ellos, «no se les había explicado el procedimiento para abandonar el avión, ni qué hacer en caso de emergencia».
De nuevo, volvemos a recordar la obligación legal de los ocupantes de cualquier avión, de atender a las instrucciones de seguridad y el briefing que se facilita antes de realizar un vuelo comercial.
Además, cualquier posible incidencia no recogida en el mismo, se encuentra debidamente explicada en los folletos que se ubican en cada asiento, los cuales no son un mero adorno.
Es correcto el pensar que en cualquier caso de estas características, la tripulación de cabina está para ayudar y guiar a los pasajeros, pero también hay que contar con que estos conozcan las normas básicas de seguridad.
Si se evita escuchar el briefing correspondiente, y leer las instrucciones básicas que la aerolínea está obligada a facilitar a sus pasajeros, luego no se puede descargar toda la responsabilidad sobre esta.
Por último, de nuevo hemos visto a muchos pasajeros recogiendo su equipaje de mano antes de abandonar el avión.
Aunque las consecuencias de este comportamiento incivilizado, temerario, y sumamente egoísta, ya las hemos visto en el siniestro de Moscú, al que hicimos referencia anteriormente, parece que todavía vamos a tener que lamentar más víctimas mortales antes de que alguien tome cartas sobre este asunto.
Ralentizar el proceso de evacuación, o hacerlo con el equipaje de mano, deslizándose por las rampas de emergencia con el mismo, puede significar para muchos la diferencia entre salvar la vida, o no.
Las compañías tendrán que dar a sus clientes las explicaciones oportunas sobre los hechos ocurridos, y responder de todas aquellas obligaciones legales que les afecten, pero al final y en un caso de extrema urgencia, es el comportamiento general de los pasajeros, y la profesionalidad de los tripulantes, lo que puede hacer que todo quede en un susto, o en un accidente de muy graves consecuencias.