El aeropuerto de Kirkwall marcará el devenir del sector aéreo.
Ubicado en las Islas Orcadas, al norte de Escocia, acogerá durante 18 meses a varias empresas que probarán todo tipo de alternativas para eliminar definitivamente el combustible de origen fósil en los aviones.
Hasta ahora, las Orcadas eran conocidas entre los aficionados a la aviación por albergar la ruta aérea más corta del mundo.
De manera diaria y desde el año 1967, un avión cubre la distancia entre las islas Westray y Papa Westray en apenas 90 segundos, el tiempo que tardas en abrocharte y desabrocharte el cinturón de seguridad.
Te lo contamos en este post: «90 segundos, la conexión aérea más corta del mundo».
Sin embargo, este remoto archipiélago situado al norte de Escocia ha cobrado un enorme interés para los máximos responsables del sector, ya que el futuro del transporte aéreo de pasajeros puede depender en buena medida de lo que ocurra en Kirkwall durante el próximo año y medio.
Highlands and Islands Airports Limited (HIAL), la entidad que gestiona las infraestructuras aeroportuarias en esta zona del Reino Unido, ha invertido 3.700.000 libras en el programa denominado «SATE», por sus siglas en inglés Sustainable Aviation Test Environment (Entorno de Pruebas de Aviación Sostenible).
Buena parte de esa cantidad ha sido aportada por el Gobierno Británico a través de su plan UKRI, United Kingdom Research and Innovation (Investigación e Innovación del Reino Unido).
Hasta finales del año próximo, empresas como Ampaire, ZeroAvia, Loganair, Windracers, Flarebright, entre muchas otras, se dedicarán a probar diversos prototipos de avión propulsados por energía eléctrica, hidrógeno, y biocombustibles sostenibles, que reducen de manera drástica la emisión de partículas nocivas para la atmósfera durante los vuelos.
Las pruebas no sólo se limitarán a estas nuevas aeronaves del futuro, sino que también afectarán al propio aeropuerto, ya que parte del estudio contempla la creación de infraestructuras menos contaminantes.
Para cumplir con esta función se ha creado un consorcio formado por The European Marine Energy Centre, Denchi Group, Cloudnet, Air Service Training, University of the Highlands and Islands, The Highands and Islands Transport Partnership, y Orkney Islands Council.
En un principio, los máximos responsables del proyecto están convencidos de que esta nueva filosofía tendrá un impacto casi inmediato sobre el transporte aéreo regional, asumiendo al mismo tiempo que los aparatos que cubren las rutas de medio y largo alcance todavía necesitarán más tiempo para implementar este tipo de tecnologías.
Pero quizás esta asunción no sea del todo correcta, ya que a día de hoy hay varias compañías aéreas que han comenzado a operar utilizando biocombustibles.
KLM
La aerolínea de los Países Bajos ha sido la primera en operar un vuelo comercial con pasajeros haciendo uso de este tipo de combustibles.
El pasado 29 de Enero, el Boeing 737-800 que operaba la ruta entre Amsterdam y París voló utilizando una mezcla del fuel tradicional que se usa en aviación, con otro creado a partir de aceite de cocina reciclado.
Sin embargo, la primera incursión de KLM en este tipo de alternativas se produjo en 2009, cuando hizo volar un Boeing 747 de pruebas con un combustible derivado de aceites naturales de camelina.
LAN
La compañía aérea sudamericana decía operar en 2013 la ruta entre Santiago de Chile y Bogotá, utilizando un Airbus A320 con uno de sus motores alimentado por una mezcla a porcentajes 70/30 de Jet Fuel para aviación y un combustible verde de la firma UOP, subsidiaria de Honeywell.
Este combustible también había sido fabricado a base de camelina.
JAL
Japan Airlines operaba el pasado 4 de Febrero un vuelo entre Tokyo y Fukuoka, utilizando un tipo de combustible derivado de materiales de algodón reciclados.
Fue la culminación de un proyecto que comenzaba en 2018, cuando la aerolínea japonesa decidía apostar por una idea que se basaba en la fabricación de biocombustibles para la aviación creados a partir de prendas de algodón usadas y posteriormente recicladas.
La compañía japonesa no sólo consiguió superar este reto con éxito, sino que además lo hizo gracias a sus propios medios y con tecnología 100% nacional.
British Airways
La aerolínea bandera inglesa ha decidido invertir en la firma LanzaJet, la cual ha establecido su propia planta de producción de biocombustibles en Georgia (EEUU).
Se trata del segundo movimiento de este tipo que hace la inglesa, después de haber firmado anteriormente otro acuerdo de colaboración con Velocys, empresa que cuenta con poder disponer de su propio biocombustible en 2025.
Parece que el proyecto impulsado por Lanzajet va a culminar mucho antes, y desde British Airways se afirma que en 2022 comenzarán a utilizar estos nuevos tipos de fuel alternativos en algunos vuelos operados por la compañía.
Lamentablemente, a día de hoy todavía es necesario seguir disponiendo del Aviation Jet Fuel tradicional como mínimo en un porcentaje del 50%, pero la tecnología en este aspecto está avanzando de manera muy rápida, por lo que se espera que estas proporciones puedan cambiar en breve.
El pequeño aeropuerto de Kirkwall reunirá a partir de ahora a muchas de las cabezas pensantes que, más tarde o más temprano, lograrán la transición hacia un sector aéreo mucho más limpio y respetuoso con su entorno.
Tal y como hemos titulado este post, el futuro de la aviación comercial se encuentra ahora mismo en una pequeña isla remota, de la que seguro saldrán novedades gigantescas.