En algunos lugares del planeta ya se han cansado de la impunidad de ciertas compañías aéreas para cancelar vuelos, o retrasarlos hasta más allá del límite que establece lo razonable.
Y esto es precisamente lo que acaba de ocurrir en el Reino Unido, donde asociaciones de pasajeros afectados y también de consumidores, han decidido solicitar a las autoridades la aprobación de un nuevo reglamento que podría significar el principio del fin para determinadas actividades muy comunes en el sector aéreo.
La bomba ha estallado definitivamente después de la publicación de las estadísticas correspondientes al primer semestre del año, en las que se confirmó que más de 13.000 vuelos con origen o destino en el Reino Unido, habían sufrido importantes retrasos que superaban las 3 horas.
Estas cifran equivaldrían a más de 3.500 pasajeros afectados cada día, un número absolutamente escandaloso, se mire por donde se mire.
Por porcentajes, las aerolíneas que han provocado mayores problemas en este sentido en el país vecino, en lo que se refiere a vuelos de largo recorrido, han sido Norwegian, Thomas Cook y TUI. Sin embargo, estrictamente por volumen total de retrasos, la palma se la han llevado EasyJet, Ryanair y British Airways.
Tal y como establece la normativa de la Unión Europea para los casos de retraso que superen las 3 horas, los pasajeros afectados tienen derecho a percibir una indemnización por parte de la compañía aérea. El importe de la misma varía, desde los 250 euros, hasta los 600, dependiendo de la distancia entre el aeropuerto de origen y el de destino.
La única opción que tienen las aerolíneas para denegar estas compensaciones es que la demora se deba a causas ajenas a su voluntad, como condiciones climatológicas adversas. A pesar de lo esgrimido por Ryanair recientemente, una huelga interna de trabajadores no es una causa que se pueda objetar para no indemnizar a los pasajeros afectados por la misma.
Sin embargo, se calcula que menos del 5% de los pasajeros de un avión afectado por un retraso superior a las 3 horas, realizan los trámites correspondientes para solicitar la compensación económica que les corresponde.
Esto se debe principalmente al desconocimiento general de los derechos que les asisten, a la falta de información, o información errónea que transmite la aerolínea causante para evitar el pago, y a los tediosos procedimientos que se requieren para su solicitud.
Estos 3 factores combinados consiguen que las compañías aéreas lleguen a ahorrarse cientos de millones de euros en indemnizaciones, además de crear una ambiente general de impunidad y también de sometimiento por parte de los afectados.
Y hasta aquí llegamos. Hoy mismo se solicitaba la aprobación urgente de una nueva norma que obligue a todas las compañías aéreas a indemnizar a sus pasajeros en caso de gran retraso, de manera automática.
Esto significaría que no sería necesario que cada interesado, de manera particular e individual, tuviese que iniciar un proceso de reclamación a la aerolínea para obtener su compensación, sino que esta, de manera totalmente automatizada, ingresaría directamente a través del mismo medio de pago utilizado por el pasajero para realizar su reserva, la cantidad que correspondiese en cada caso.
Es evidente que esta medida tendría importantes efectos secundarios, todos beneficiosos para los pasajeros, no así para las aerolíneas.
En primer lugar, cada afectado se evitaría el tener que realizar el correspondiente proceso administrativo de reclamación, el cual puede ocupar una buena parte de tiempo, sobre todo si se desconoce el procedimiento más adecuado. Con la aprobación del nuevo reglamento, no tendría que mover un solo papel.
En segundo lugar, al aumentar de manera colosal los importes que las compañías aéreas tendrían que abonar a sus pasajeros, estas tendrían mucho más cuidado y atención a la hora de programar sus rutas y horarios, cosa que actualmente no ocurre.
En la actualidad, y precisamente gracias a la enorme pasividad de la práctica totalidad de pasajeros afectados por grandes retrasos, las compañías aéreas se mantienen totalmente ajenas a los enormes problemas que pueden suponer para un cliente el hecho de llegar más de 3 horas tarde a su destino.
No hablamos sólo del hecho de tener que esperar, a veces en condiciones deplorables, tirados en una terminal hasta recibir noticias por parte de la aerolínea, sino también a la posibilidad de perder enlaces, lo cual puede derivar en cancelaciones de reservas, vacaciones, reuniones de trabajo, lunas de miel, etc.
Tal y como ha declarado Alex Neill, director del portal de consumidores «Which», se hace necesario y urgente que las autoridades competentes aprueben cuanto antes la indemnización automática a los pasajeros, con el fin de evitar que además de las consecuencias que el retraso en cuestión les pueda provocar, sean doblemente castigados en el caso de que además quisiesen ejercer su derecho para ser compensados por el mismo.
La cuestión ahora está en saber si, de manera definitiva o no, se procederá a la aprobación de esta nueva norma, lo cual podría convertirse en la mayor revolución para los pasajeros en toda la historia de la aviación comercial.
Tal y como podemos observar año tras año, sobre todo durante el Verano, es evidente que existe un muy alto nivel de empatía por parte de las autoridades correspondientes con las compañías aéreas. No es de recibo que pase lo que pase, nunca pase nada.
Es necesario, antes de que el sector aéreo se acabe de convertir definitivamente en lo más parecido a una verbena de pueblo pequeño, que cada acción conlleve una reacción. No se puede justificar, de ninguna de las maneras, que una aerolínea exprese de manera pública su intención de no indemnizar a sus pasajeros en caso de huelga, y que esto no signifique a efectos oficiales y administrativos absolutamente nada.
Ahora, parece que en el Reino Unido se acaba de dar el primer paso para conseguir algo que realmente puede beneficiar de manera muy sobresaliente a todos los pasajeros. ¿Cuánto tardaremos en España en sumarnos todos a esta petición?.
¿Por qué ese enorme interés de las autoridades en proteger a las compañías aéreas que peor se portan con sus pasajeros, y al mismo tiempo dejar que echen el cierre aquellas que sí cumplían con sus obligaciones?.
¿Quizás el mundo no se ve igual cuando se viaja dentro de un avión oficial?.